14.10.2011 - Fuentes oficiales informan que el gobierno regional de Río de Janeiro, propietario del estadio Maracaná, cumplió todos los requisitos exigidos para obtener los beneficios previstos por el Régimen Especial de Tributación para la Construcción y Reforma de los Estadios del Mundial de 2014 y ahorrar así un 9.8% (84 millones de reales o u$ 44,7 millones) en impuestos que ya habían sido incluidos en el primer presupuesto.
De este modo, los incentivos (eximición de impuestos) concedidos por el Gobierno de Río de Janeiro, bajarían la cifra presupuestaria total a 775,8 millones de reales (u$ 412,7 millones). (1)
Focalizada en los números, la misma fuente oficial informa que, pese a que las obras comenzaron el 13 de agosto de 2010, la FIFA aprobó el proyecto ejecutivo de reforma (del estadio) el jueves 22 de septiembre de 2011, “por lo que ya no serán necesarias nuevas modificaciones para atender las exigencias de la entidad”.
Ya en VERANO, (febrero 2011), tras encontrar indicios de irregularidades, el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU), el órgano responsable por la fiscalización del uso de los recursos públicos en Brasil, recomendó una revisión de la licitación para las obras. (2)
Entonces, el costo de las obras de remodelación del Maracaná estaba establecido en 705 millones de reales (u$ 422,2 millones), de los que 400 millones de reales (u$ 239,5 millones) serían financiados con un préstamo ya aprobado por el estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y el resto (305 millones de reales) sería aportado por el gobierno regional de Río de Janeiro, propietario del Maracaná y responsable por la licitación por la que se adjudicó las reformas del estadio al “Consorcio Maracaná 2014”, liderado por las constructoras Odebrecht, Andrade Gutierres y Delta.
En ese tórrido verano, el Tribunal (TCU) encontró que mientras los consorcios responsables de la reforma de otros estadios, como el Mineirao (Belo Horizonte), presentaron entre 700 y 1.300 planos con detalles sobre las intervenciones arquitectónicas a realizar, el encargado por las obras en el Maracaná apenas había presentado 39, cifra que hace imposible cualquier auditoría de costos.
Para el OTOÑO (mayo 2011) la gobernación de Río de Janeiro aprobaba un presupuesto oficial de 956,8 millones de reales (u$ 508,9 millones). Sin embargo, una revisión del Tribunal de Cuentas canceló algunos contratos cuyos precios eran superiores a los del mercado y permitió que el presupuesto fuese reducido hasta 859,9 millones de reales (u$ 457,4 millones).
"Tras una nueva reducción de los costos y de la aprobación del proyecto por parte del Tribunal de Cuentas y de la FIFA, estamos negociando con los bancos las últimas medidas para la liberación de los respectivos créditos", dijo Hudson Braga (secretario de Obras de Río de Janeiro) que terminó su alocución pública como merece: "Convertiremos el Maracaná en uno de los estadios más modernos del mundo".
Ya entrado el INVIERNO (agosto), el Tribunal de Cuentas (TCU) definió el presupuesto del Maracaná en u$ 544 millones (cuando el gobierno de Río lo había cerrado en u$ 605 millones).
“El presupuesto aprobado por el TCU es aún mayor que el estipulado por el reajuste posterior a la licitación de la obra – cuenta Eliomar Coelho, concejal del Partido Socialismo y Libertad – el original era de 253 millones, pero cuando se decidió rehacer el techo de la cancha – una construcción fuera de las exigencias FIFA -, subió a 446, para terminar en los 605 millones calculados por el gobierno de Río”.
Esta es la 3º restauración por la que pasa el Maracaná en poco más de una década. La última fue motivada por los Juegos Panamericanos Río 2007, y el estadio permaneció cerrado entre comienzos de 2005 y mediados de 2006. El concejal Coelho recuerda que “esa obra costó 253 millones de dólares bajo la promesa de que las obras se adecuarían a las exigencias de la FIFA para el Mundial. Hoy sólo queda el esqueleto de la cancha, porque no cumplía las normativas de la FIFA para recibir un partido de Copa del Mundo”. (3)
Del mismo modo, la danza, vaivén, subibaja o redondeo de los números, tiene su correlato en los plazos de ejecución y entrega.
Aunque la previsión inicial era que las obras fuesen concluidas en diciembre de 2012, el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, adelantó que el estadio será entregado (con atraso) en marzo de 2013, pocos meses antes de la Copa de las Confederaciones.
Ya en PRIMAVERA (septiembre), los 2200 operarios que trabajan en la obra llevaron a cabo su segunda huelga (19 días). El convenio firmado (en la 1º huelga) estableció un aumento de la canasta básica de u$70 a u$100 a partir de septiembre, prepagas de salud a operarios y familias, mejoras en la alimentación y las normativas de seguridad (una explosión que lastimó a un obrero originó la 1º huelga).
El Consorcio Maracaná 2014 faltó a la audiencia conciliatoria, pide la anulación del acuerdo por creer que lo cumplió y cerró el diálogo con los obreros por creer que sus demandas son abusivas.
Los obreros fueron conminados a continuar sus labores y, a cambio, el Consorcio estudia la demanda de cobertura médica (sólo para los obreros).
Cuando fue inaugurado en 1950, el Maracaná era el mayor estadio del mundo y podía recibir a cerca de 200.000 espectadores (gran parte de pie).
El nuevo proyecto reducirá el aforo de los 87.000 asientos que tenía la pasada temporada a 80.000, con reforma de graderíos y áreas internas según normas FIFA. Contará 110 palcos, 11 nuevos ascensores, 3.860 altavoces, 314 cámaras de seguridad, 360 monitores de televisión, 4 pantallas gigantes, aire acondicionado en una zona de 36.000 metros cuadrados, nuevos restaurantes, más vestuarios, 2 auditorios para ruedas de prensa, áreas especiales para personalidades, centro de prensa con capacidad para 3.000 periodistas y una cubierta especial que permitirá que todos los asientos estén resguardados de la lluvia.
(3) Revista "Un Caño" nº41, pág 6, octubre 2011.
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