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Fue absoluta la alegría de Nelson Mandela cuando en mayo de 2004 presenció en Zurich la victoria de la candidatura sudafricana para constituirse en sede mundialista de 2010. Libia (rechazada por requisitos mínimos), Egipto (sin votos) y Marruecos, que venía presentándose sucesivamente desde 1994, quedaron detrás. Entonces Sudáfrica, que había perdido el 2006 contra Alemania por un voto (en polémica decisión), se transformó en el debutante africano y Danny Jordaan (presidente del comité de la candidatura sudafricana) levantó el brazo de Mandela cual boxeador campeón.
"El fútbol era la única alegría que tenían los presos – dijo el líder - del mismo modo que el fútbol generaba esperanza en la cárcel, la sede del mundial le dará cierto significado a esa esperanza".
Inmediatamente, el presidente Jacob Zuma se subió al tren del éxito diciendo que el 2010 será para Sudáfrica un año tan importante como el de 1994 (fin del apartheid): "Conseguimos la oportunidad comercial más grande de nuestra época, el derecho a organizar la Copa Mundial del 2010. Ahora, unidos, debemos asegurarnos de que sea uno de los proyectos más exitosos que hemos sacado adelante como nación".
Fue una furibunda pelea (de intereses). Sólo la antesala de una lucha un tanto más compleja fronteras adentro.
Fueron públicas algunas presiones del Comité Organizador, las fechas de entrega no cumplidas, las huelgas, los plazos y presupuestos.
Los problemas en Ciudad del Cabo
(Green Point Stadium) no pudieron disimularse (quejas de residentes e inflación presupuestaria entre otros), la violenta resistencia de las empresas propietarias de minibuses privados a la nueva red de autobuses rápidos fue ampliamente retratada, las huelgas de julio 2009 pusieron en vilo a la FIFA (había obreros que ganaban u$s 300 y otros menos de u$s 100 mensuales) pero los problemas fueron particularmente graves en
Nelspruit, una de las cinco ciudades en donde debieron construirse estadios nuevos, la ciudad elegida por Marcelo Bielsa para estancia de la delegación chilena debido a su tranquilidad.
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El 16 de junio, cuando el estadio Mbombela reciba el primero de sus cuatro partidos del Mundial (Chile – Honduras) y la pelota empiece a rodar, quizá nadie se acuerde de los problemas que surgieron en Nelspruit ni bien conocida la idea de recibir el Mundial en la ciudad, hacia 2007.
Nelspruit encaró problemas extraordinarios para ser sede del Mundial y las soluciones que halló simbolizan lo que hubo que hacer en Sudáfrica para montar el torneo: fueron necesarios políticos determinados, constantes llamados de atención de la FIFA, la remoción del alcalde y todo el concejo municipal (prácticamente paralizado) por parte del gobierno provincial, dos asesinatos por encargo, reiteradas afrentas a denuncias de corrupción, juicios millonarios, represión policial y cerradas defensas ante las apedreadas de los habitantes.
El estadio fue construido en las afueras de Nelspruit, la puerta de entrada al parque más famoso de Sudáfrica, el Kruger -por eso la alusión a las jirafas-, en una zona de gran belleza natural (donde se cultiva la mayor parte de los cítricos del país) inserta en la provincia de Mpumalanga, una de las más pobres del país.
Allí, en derredor de una comunidad sin suministro eléctrico ni de agua potable, con altos índices de delincuencia y desempleo, en el que la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande y donde no existen clubes de fútbol profesional, se construyó el
Mbombela Stadium por unos u$s 172 millones (1300 millones de rand) para dar cabida a 4 partidos de primera fase del Mundial (unas seis horas de fútbol) bajo intervención del gobierno provincial para encarrilar los proyectos y dar garantías a la FIFA de que la ciudad podía disponer de servicios de emergencia decidiendo acelerar la construcción de un centro que iba a ser completado después del evento en lugar de usar una red local que no inspiraba confianza.
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Las quejas comenzaron junto con la idea de recibir el Mundial. Hasta 2007, en los terrenos donde está el Mbombela Stadium funcionaban dos colegios (Escuela Primaria John Mdluli y Cyril Clark High School) que fueron tomados como oficinas y luego demolidos para trasladar a los estudiantes a construcciones prefabricadas.
La adquisición del terreno fue un capítulo aparte: más allá de ofertas irregulares, pagos excesivos, conflictos de intereses y evasión fiscal, el municipio convenció a los depositarios de una enorme extensión de tierras ancestrales (comunidad Matsafeni) a vender 173 hectáreas por 1 rand (13 centavos de dólar) pero un juez canceló el acuerdo, comparándolo a cuando las potencias coloniales intercambiaban “botones brillantes y espejos.” El precio final fue de u$s 1.115.000 y el compromiso de reinstalación escolar más red de agua y electricidad a la zona.
La promesa no fue cumplida. Los acondicionadores de aire instalados en las aulas provisorias (prefabricadas) funcionaron dos semanas. Los habitantes del lugar mostraron a Reuters un documento firmado por funcionarios provinciales en septiembre de 2008, donde se prometía para julio (08) escuelas nuevas.
Los padres y sus hijos hicieron huelgas y protestas que iban subiendo el tono. Una multitud de chicos apedrearon a los obreros que construían el estadio, bloquearon calles, quemaron neumáticos, lanzaron piedras y llegaron a prender fuego un coche de policía. La policía – aunque lo niega - respondió con balas de goma y allanamientos a domicilios.
“No estamos felices con que el Mundial llegue a Sudáfrica”, dice a Reuters, Sarah Shabangu (29), desempleada y madre de tres hijos, mientras saca agua de un sucio pozo ubicado cerca de las letrinas y en medio de unas chozas que están a la vista del estadio. “Sólo unos pocos funcionarios corruptos y sus amigos se van a beneficiar. La gente en el campamento no va a conseguir nada”.
Su amiga Khelina Sibuyi (49), asiente: “Nosotros utilizamos esta agua para beber, cocinar y bañarnos. Los niños se enferman y sufren diarrea (…) desde que se construyó el estadio hemos estado esperando ayuda para obtener servicios, pero no pasa nada, no hay agua ni electricidad”.
Nos prometieron una nueva escuela, una nueva iglesia, muchas cosas (…) cada una de esas promesas y esos compromisos se han roto, no han hecho nada, dijo Richard Spoor, el abogado que llevó el caso de los terrenos - No ha habido nada más que duplicidad, las relaciones dobles y dobles agendas… ¿Y qué tenemos después de la Copa Mundial? No hay ningún equipo para ocupar el estadio. Va a ser un elefante blanco. Los políticos lo utilizan para hacer discursos… Es demasiado tarde para hacer algo al respecto sobre Mataffin (…) que los turistas vengan aquí y vean los barrios (…) es una situación lamentable”.
Un residente del lugar, que pidió no ser identificado, fue consultado sobre qué pensarían los hinchas que acudirán a ver el Mundial al observar Mataffin: “Ellos creerán que han llegado al infierno”.
El entusiasmo es cada vez mayor por el Mundial en Sudáfrica y Nelspruit está decorada con carteles de colores para el torneo. Pero no hay entusiasmo en Mataffin.
La construcción de nuevas escuelas comenzó finalmente el año pasado y se espera que las instalaciones estén listas cuando comience el Mundial. El nuevo alcalde, Lassy Chiwayo, dijo que "el regalo internacional que nos hicieron Nelson Mandela y Sepp Blatter... terminó generando divisiones, peleas e inestabilidad".
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El comité organizador local ha sido denunciado por corrupción en innumerables ocasiones.
"No tiene sentido intentar esconderlo, hubo un colapso total de buen gobierno, sobre todo cerca del Mundial", dijo
Lassy Chiwayo, alcalde de Nelspruit, a
The New York Times.
El gerente municipal, Joseph Dladla, fue suspendido de su cargo a principios del 2008 tras una investigación hecha por un estudio de abogados locales, que adujo que el funcionario había dejado al municipio cerca del colapso. Su aliado, el alcalde Justice Nsibande, fue despedido y el municipio quedó bajo una administración externa.
El presidente de la Asamblea Municipal,
Jimmy Mohlala, logró recopilar información y pruebas sobre las irregularidades cometidas a la hora de licitar los proyectos mundialistas en la ciudad y declarar su disposición a dar nombres.
Fue asesinado en enero (2009) por hombres enmascarados frente a su casa y en el caso aún no se han realizado arrestos.
Más tarde, otro hombre en las listas, Sammy Mpatlanyane, el subdirector de la Dirección Provincial de Cultura, Deporte y Recreación, recibió un disparo mientras estaba en la cama. Fue “una toma de decisiones de gran influencia”, dijo el alcalde.
Para Roelf Kotze, miembro del equipo a cargo de la construcción del estadio Mbombela, todas estas son acusaciones sin fundamentos: "Yo no estoy al tanto de nada que involucre corrupción. Se han escuchado rumores, pero yo creo que se han sacado de contexto. No han tenido injerencia alguna en la forma en que se abordaron los proyectos, así como tampoco hay gente imputada por eso… Los contratos fueron licitados, las empresas compitieron como había que hacerlo y todo se hizo con gran eficiencia" (La Tercera).
Buscando dar garantías a la FIFA, Differ Mogale, interventor nombrado por el gobierno nacional, reconoció que los escándalos habían dañado la imagen de la ciudad, “independientemente de la veracidad de lo que se dijo” y sostuvo que ninguna de las denuncias habían sido probadas y que no estaban preocupados por cualquier impacto en la Copa del Mundo.
Respecto a las escuelas y el pacto no cumplido, añadió que “realmente nos preocupa, porque fuimos parte interesada, que confirmó que las escuelas debían ser construidas”. Y volvió a prometer que la construcción estaría terminada a finales de año, mientras que el suministro de agua y electricidad del estadio se ampliaría a Mataffin antes de la iniciación del torneo.
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En la pobrísima provincia de Mpumalanga mucha gente no tendrá dinero para comprar entradas a los partidos. Por eso las autoridades se preocupan por crear áreas donde la gente pueda ver los encuentros en pantallas grandes, sin pagar.
Nomuso Khathi, funcionaria provincial a cargo de los proyectos relacionados con el Mundial, supervisó la construcción de áreas con pantallas gigantes de televisión, escenarios para espectáculos previos a los partidos, sectores de recreación para los más jóvenes y otras comodidades en 18 ciudades y municipios de la provincia de Mpumalanga, que incluye a Nelspruit.
"Soñábamos con tener pantallas gigantes en cada localidad", declaró Khathi. Por falta de fondos, no obstante, habrá apenas tres en toda la provincia.
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"Nunca me sentí escéptico - dice Gillian Saunders, quien ha observado la preparación de Sudáfrica como estratega de Grant Thornton South Africa, firma que ofrece análisis de riesgos y otros servicios - algunos de los cientos de miles de extranjeros que se espera vengan para el Mundial podrían tropezar con taponamientos de tráfico luego de los partidos en algunas ciudades por lo que serán necesarias carpas y remolques para alojar a algunas personas… Si todo sale bien, el Mundial le podría permitir a Sudáfrica organizar otros acontecimientos grandes, incluidos los Juegos Olímpicos. Y le dará a los líderes y empresarios sudafricanos, especialmente en el sector turístico, mayor visibilidad y peso".