Monday, March 1, 2010

Opiniones sobre el caso Palermo.


Como en contados casos y por un cúmulo de causas, la vara con que se mide a Palermo es diferente de la que escruta al resto. Un ejemplo que plasma la paradoja es la simultaneidad de títulos mediáticos: convocado para Sudáfrica 2010 y (presuntamente) sin renovación en su club.

Más allá de las movidas dirigenciales que en ciertos casos permiten y gestionan la ventilación de las divergencias internas, el caso Palermo no deja de discutirse.

Como si de un plebiscito se tratara, como si la dirigencia de Boca, que no consultó (ni debe hacerlo) sobre la conveniencia de repatriar a Riquelme para pagarle salarios europeos, la de Abbondanzieri para reemplazar y prescindir de Caranta, la retardada (y devaluada) venta de Rodrigo Palacio y la misma salida de Boselli a Estudiantes, como si la dirigencia hubiera sometido a encuesta el caso, se suceden los juicios, votos y afirmaciones sobre el caso Palermo.


Es notable, decía, la diferencia a la hora de juzgar los rendimientos de Martín Palermo. Porque aún asombra su pase gol o su cambio de frente y no sorprende ni su más grosera pifia ni su menor cintura. Porque reconocidamente torpe y rígido es pedido para la selección. Porque sin despliegue ni técnica es aplaudido y vitoreado.

"Si fuese por dinero, Martín ya no estaría en Boca – dice su representante, Gustavo Goñi - en todos los años que estuve y estoy junto a Martín, siempre noté una gran predisposición de él para quedarse en el club, más allá de ofertas millonarias que fueron llegando".

La declaración de Goñi, de dudoso efecto, cae sobre el tema. Palermo quiere el récord, Palermo quiere quedar en la historia, filmar su película y pasar a Cherro (218) como máximo goleador histórico de Boca. ¿Palermo quiere (o necesita) más a Boca que Boca a Palermo? 


De alguna manera, Palermo quiere tomar el destino que no se propuso. Al mejor estilo de quien se lanza a la Libertadores y al torneo local para que el devenir de los resultados incline la dedicación, Palermo, para instalarse como goleador histórico xeneize tuvo que volverse de Europa.

Tampoco recuerdo que el Pato Pastoriza haya tenido que comparecer cuando, de la noche a la mañana, sacó al Loco Gatti para poner a Navarro Montoya en el arco de Boca  ni  invocaciones a la historia, al respeto y a la gratitud cuando Macri desvinculó a Guillermo Barros Schelotto del equipo de Basile para confinarlo en Estados Unidos (sí recuerdo las fallidas salidas de Gatti y las lesiones del mellizo).

Relaciones algo inconvenientes con los contratos vitalicios del Real Madrid se conjugan hoy con mística, hinchada, historia, trayectorias, recuerdos, todo lo que sobre el verde césped se vuelve abstracto (?).


Pero el caso Palermo cuenta con ingredientes particulares: el benemérito gol, su profesionalidad proyectada y la probabilidad milagrosa que siempre transmite.

Aun hoy, goleador actual del torneo en curso y cuarto goleador del profesionalismo argentino (a 7 del 3º, Hermino Masantonio), Martín Palermo no deja de gritar y demuestra que en un Boca desalmado que navega en la medianía de un torneo de bajo nivel, su veteranía no sólo no desentona sino que preocupa a las defensas rivales.

Su intachable profesionalismo y rotunda vocación de sacrificio fue, durante estos últimos tiempos, la contracara y por ende el contrapeso al desorden practicado y proyectado por Riquelme a la hora de los entrenamientos y de la reunión de grupo, sobretodo como imagen recibida por las nuevas camadas.


Y por último, los goles insospechados, milagrosos pero sobretodo útiles, terminan de sellar una vigencia que por más inverosímil que se presente deja su huella en las frías y numéricas planillas de este fútbol nuestro de cada día.

El contrato de Palermo vence en junio. Para entonces será goleador histórico de Boca y acaso esté en el avión a Sudáfrica cumpliendo, feliz, el último capítulo de su postrera película (Maradona acaba de confirmarlo).

Boca pretende y necesita una renovación. Pero quizás no sea el puesto de Palermo la prioridad.

Opiniones...

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