En un tedio previsible de 80 minutos, gracias a San Pedro, Boca venció sin dudas a Ríver 2-0. Tardó diez minutos en hacerse de la pelota y el terreno (hasta entonces el juego era un ríspido fútbol tenis en el mediocampo) hasta que en el minuto 13 Riquelme pifia un tiro libre que sale de rastrón y tres hombres de Boca llegaron para conectar en el área chica mientras la defensa de Ríver seguía esperando el centro: Gary Medel adelantó el pie y puso el 1-0.
Sin elaboración de juego pero con suma concentración, la última línea de Boca junto a Medel, Méndez y Giménez apretaron todo el partido para quitarle la pelota y los espacios a un Ríver demasiado pálido que no podía ser comandado por un (ex) jugador como Gallardo.
En el segundo tiempo, ante la pasiva confusión visitante, Boca apuró el trámite y Gary Medel puso el 2-0 definitivo empalmando una pelota dejada por Gaitán en la medialuna rival (´3).
Ríver, también en economía de guerra, apuesta al único plan previsible: soportar y transcurrir con los juveniles que quedan. Podríamos decir, por ejemplo, que no es un buen momento para estos chicos que alcanzan su sueño de primera en un Ríver sin alma ni puntos suficientes como para trazar caminos y proyectos. Sin embargo y paradójicamente, es esta misma situación de pobreza futbolística y financiera, la que permite que jugadores como Funes Mori mantengan la titularidad en este equipo.
No es fácil ver un superclásico de este vuelo en una Bombonera repleta que se disfrazó de fiesta (?). No esperábamos mucho más. Al menos vimos dos goles y una expulsión (todo de Gary Medel) y algún toque de Riquelme entre las hachas de Giménez, Medel, Méndez y Almeida.
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