Saturday, October 24, 2009

Ríver - Boca.

No pasa por una cuestión presupuestaria: no son comparables las cotizaciones ni el juego de Marcelo Gallardo, Ariel Ortega, Matías Almeyda, Martín Palermo, Hugo Ibarra y Juan Riquelme con los de Cristiano Ronaldo o Lionel Messi. Sin embargo el superclásico argentino se cataloga entre los eventos deportivos más destacados del mundo, incluso por sobre los derbys Barcelona – Real Madrid, Inter – Milan o Glasgow – Celtic.

Escindido del premio a disputarse la convocatoria tampoco responde a las expectativas de juego. El marco mismo, retroalimentado en la previa y el antagonismo histórico, es el espectáculo que gira alrededor del mundo cada vez que se encuentran los “grandes” argentinos.

Como en los últimos años, es Boca el que viene mejor posicionado según los apostadores en los football lines. Más allá de los antecedentes inmediatos que le suman tres victorias consecutivas frente a 1 punto logrado sobre 9 jugados por su rival, Ríver, los superclásicos, a la hora del juego, sufren la más radical amnesia y refundan el tiempo una y otra vez.


Como bien aseverara el artista catalán Antoni Muntadas, “al estadio moderno se añade también la cámara de televisión, y ahí se crea el media estadio. Antes, la audiencia estaba en las gradas y la actividad en el centro. Eso es el estadio convencional. Ahora, actividad y audiencia es todo actividad para una cámara que transmite vía satélite y en casa.”


Esta visión, asociada al pobre desempeño futbolístico de los colosos argentinos en el último tiempo, parece correr aún más el espectáculo según una fuerza centrífuga, del centro a las gradas, donde para acceder se paga hasta 300% de reventa.


En el reciente 35º Congreso Argentino de Cardiología se presentaron los resultados de una investigación – primera de su tipo en el país – según los que se verifica un aumento cuadruplicado de la cantidad de infartos y duplicado de crisis hipertensivas durante el fin de semana del superclásico Boca – Ríver, disputado el 4 de mayo de 2008 en la Bombonera.


Basados en experiencias europeas (incremento de 50% de fallecimientos cardiovasculares durante la definición europea entre Holanda y Francia en 1996 o los penales mundialistas entre Inglaterra y Argentina en 1998) y con los números del relevamiento en 12 hospitales porteños en las fechas indicadas, la Sociedad Argentina de Cardiología agrega ahora a la lista de riesgo compuesta por situaciones estresantes como los desastres naturales, los conflictos familiares y los problemas económico – laborales, los eventos deportivos que despiertan tremenda pasión entre sus simpatizantes.


Ha dejado muertos y tardes históricas este superclásico argentino. Ha hecho campeones y subcampeones (1962). Ha provocado llantos y borracheras. Ha hecho y sigue haciendo multiplicación de apuestas Online Betting y ha multiplicado la venta de insignias y camisetas.

Colorea balcones con banderas y deja desiertas las calles que sólo quedan abiertas para el próximo ganador de bombos y bocinas. Entonces no hay espacio para otras identidades. Es como si no se pudiera ejercer el derecho a no gustar del fútbol. Y por esa hegemonía, últimamente, algunos de los intelectuales que detestaban el fútbol ahora intentan entenderlo, desentrañar sus sentidos y sus significados: estudiarlo como se merece: “Yo creo que el fútbol es trascendente porque puede digitar la alegría o la tristeza de las personas”, diría Navarro Montoya.

Después, el lunes comienza como todos los lunes. El sol despunta sobre la silueta de torres taciturnas, los semáforos recobran sentido, las persianas vuelven a abrirse y el canillita a pararse en la esquina… pero todos sabemos que no es un lunes cualquiera.

NUMEROS Y ESTADISTICAS DEL SUPERCLASICO


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