Wednesday, June 2, 2010

Sudáfrica 2010: la deflación turística.


02.06.2010 - Calígula - Empezaron la cuenta con más de 500.000 turistas (algunos hablaron hasta de un millón), la bajaron a 450.000 el año pasado, luego a 350.000 y hoy a menos de 300.000. Si bien oficialmente se considera finalizado el apartheid (17.06.1991) la cotidianeidad sudafricana y la previa mundialista llevan a hablar de un Mundial para blancos acosados por la inseguridad.



Sudáfrica esperaba que la Copa del Mundo mejorara su imagen pero, hasta el momento, los reportes de prensa sólo sirvieron para acentuar su peligrosa reputación de inseguridad y disuadir a los visitantes de asistir.

Que “Sudáfrica podría ser víctima de un ataque durante la Copa Mundial” es un título repetido que volvió a publicarse en el Sunday Times. Militantes pakistaníes y somalíes del norte de Mozambique, detenidos en Irán (contra daneses y holandeses) o intercepciones telefónicas en Mauritania, Argelia, Malí, Pakistán y Yemen llevan a afirmar sobre la “probabilidad de 80% de un ataque" a funcionarios que son radicalmente desestimados por la policía: "No sé de dónde sacaron la información. Tenemos todas nuestras estrategias y planes en marcha", dijo el comisario jefe de Policía Vish Naidoo, "tenemos informes de inteligencia todos los días y no hay nada e incluso se proponía lo que ha sido sugerido por el Sunday Times."

El periódico dice que la seguridad y la inteligencia de Sudáfrica elaboraron una lista de vigilancia de 40 posibles sospechosos, citando fuentes anónimas de información privilegiada.

Ocurre que mientras Sudáfrica no se ha organizado en los últimos años, se sabe que varios militantes involucrados en ataques en todo el mundo pasaron tiempo en el país a manera de refugio seguro y parada para las operaciones en otros lugares. Si sumamos la versión crítica que afirma sobre la corrupción generalizada entre la policía y los funcionarios, incluida la venta de pasaportes de Sudáfrica, que socava la lucha contra el terrorismo, el panorama puede oscurecerse aun más.

El documento que investiga las posibles actividades de atentados fue enviado de Johannesburgo a Estados Unidos y Ronald Sandee, director de la Fundación NEFA (investigadora) dejó la observación particular sobre el partido entre Estados Unidos e Inglaterra, a jugarse el 12 de junio y las participaciones de Holanda y Dinamarca por supuestas venganzas a insultos sobre el Islam.

A la preocupación gubernamental e institucional (donde USA juega un papel preponderante) se suma la alarma turística individual que, en definitiva, es la sangría.

Sabemos que la absoluta mayoría del público mundialista es eminentemente europea y que los demás continentes están escasamente representados entre los espectadores. Pero la silueta que está emergiendo para esta Copa del Mundo parece bien distinta de todas las ediciones anteriores.

La economía global (colapsando) y los precios de las tarifas aéreas durante el torneo (se sospecha un acuerdo entre las líneas aéreas) unidos a la famosa cifra de “50 asesinatos por día” en Sudáfrica hizo que la mayoría de los europeos, esta vez, se quede en casa. Sólo los ingleses, compradores de 100.000 entradas hacia marzo (2010) y los alemanes (40.000) dieron alguna señal.

Un público distinto llegaría a Sudáfrica respecto de ediciones anteriores: norteamericanos (135.000 entradas en marzo), australianos (45.000) e incluso canadienses (ahora con fútbol por cable durante las 24 horas) se llevaron gran parte de las 2.880.000 entradas disponibles para los 64 partidos.

A preparar el oído para las vuvuzelas: la mayoría de los espectadores (tribuneros) serán sudafricanos (muchos de ellos, pobres). La cifra de entradas vendidas en Mozambique, país futbolero, no superaba las 1500 hacia marzo. Botswana no superaba las 1300. No era de esperar otro panorama (o sí?) si se tiene en cuenta que la gran mayoría de los africanos subsaharianos gana un promedio de 2 dólares por día y gran parte de ella está enfrentada con la ultraderecha.

Tampoco es de extrañar que muchos patrocinantes y empresas televisivas hayan devuelto sus entradas, que la FIFA las revendiera al común y que luego, decidiera vender entradas al público local a precio de saldo y ofreciera entradas gratuitas a todos los trabajadores de los estadios.

No sólo los sudafricanos que compraron la retórica gubernamental de la bonanza turística invirtieron en convertir sus casas en “bed &amp. breakfast” (hostels) sino que Noluthando Mayende-Sibiya (Ministra de la Mujer, la Infancia y las Personas con Discapacidad) alertó sobre la trata de personas: "Estamos muy preocupados sobre el reto de la trata de personas, particularmente de mujeres y niños con diversas formas de explotación".


El sitio web de Exteriores y del Commonwealth alerta a los turistas ingleses sobre los niveles de criminalidad en Sudáfrica antes de la Copa del Mundo, citando fraude, secuestro, delincuentes haciéndose pasar por funcionarios de bancos y hackers como principales amenazas. Sin contar la donación a Sudáfrica de 42 millones de condones por parte del gobierno inglés.

La lista de advertencia es encabezada por el fraude de cajeros automáticos "ampliamente difundido en Sudáfrica" (según el gobierno inglés) con micro-cámaras de grabación que registran clientes escribiendo su PIN.

Por otra parte, sabiendo que el hurto de equipaje es otro problema, la Compañía de Aeropuertos de Sudáfrica ya se desliga advirtiendo que las líneas aéreas tienen que asumir toda la responsabilidad por pérdida o robo de equipaje durante el Mundial.

La FIFA se esfuerza en publicar garantías o declaraciones garantistas. El gobierno sudafricano invirtiendo 600 millones de dólares en seguridad, el inédito trabajo conjunto de las fuerzas de seguridad internacionales (incluida Interpol), informes de inteligencia, estrategias de blindaje, 190.000 policías, 300 agentes privados…

Se dice que el apartheid terminó y que Sudáfrica será anfitriona de la Copa del Mundo. Pero siendo más específicos, en un alto grado, sólo lo será la Sudáfrica blanca (o rica). Es allí, donde están la mayoría de los hoteles, shoppings, fan parks oficiales y el grueso de seguridad, se espera que paren y se muevan los aficionados extranjeros entre partido y partido.

El problema es que sólo tres de los diez estadios mundialistas se ubican en barrios blancos.

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