Tuesday, June 15, 2010

Las dos caras de España


16.05.2010 - Wilde - Contaba hace unos días Nanu Bauzá sobre la certeza española de poseer la próxima Copa del Mundo. Pero en la dividida España de hoy también hay otro postulado con gran consenso: la imposibilidad de un gobierno de unidad nacional para afrontar la fuerte crisis económica.

El péndulo que Reagan y Thatcher extremaron de su lado hace 30 años devino con fuerza al polo opuesto el año pasado, cuando los mercados no regulados fueron salvados por los Estados, el FMI desenterró textos de Keynes y los bancos silbaban bajito ante los políticos que amenazaban con refundar el capitalismo (regular y poner en vereda a los mercados).

“Íbamos a reformar los mercados y los mercados nos han reformado a nosotros” dice Zapatero mientras presenta un drástico plan de ajuste (a la ciudadanía) para calmar los ataques de los “inversores” inquietos con la posibilidad de que el Estado español pueda incumplir el pago de sus deudas que, paradójicamente, se vio obligado a acumular para salvar a los mismos mercados que ahora pegan duro.

España, con un 20% de desempleo, se presta a rebajas salariales, congelamiento de pensiones, aumento de IVA (16 a 18%) y a una fuerte “reforma laboral” (menos indemnizaciones, mayores despidos, etc.), en lo que según cierta visión se llama “reformas estructurales”.

Atrás de esto hay quien, poniendo el ojo (sólo) en la política, pide o espera pactos dirigenciales de unión frente a la crisis, pactos que trasciendan los intereses circunstanciales de los partidos y sus líderes, pactos que cambien el pimpón de partidos políticos por un equipo de fútbol político.

“España necesita en la política una selección nacional tan buena como la que tiene en el fútbol; los mejores jugadores deben deponer sus rivalidades y trabajar en equipo para derrotar a la crisis” escribe un periodista, sin atender que en estas democracias la oposición hace lo imposible para suceder en el poder al partido que gobierna y que Mariano Rajoy (líder del PP) – donde se codea nuestro conocido Florentino Pérez – no oculta su objetivo de lograr que no se aprueben los presupuestos y Zapatero se vea obligado a convocar elecciones anticipadas.

En pleno Mundial, mientras la selección de España asoma como ineluctable ilusión, los mercados, por retaguardia, presionan para drásticos ajustes a un Estado cuyos administradores no pueden cambiar el pimpón (político) por un verdadero equipo de fútbol.
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