Sí las cosas se suceden según lo proyectado, terminando el año 2010 tendremos en La Plata el primer estadio techado del país. Valga la aclaración del cumplimiento de los plazos y condiciones establecidas que a lo largo de su extensa historia jamás se cumplieron.
Rechazadas por las aficiones y avaladas por comisiones de los dos clubes platenses, las obras del Estadio Único comenzaron en 1998 después de una historia de desencuentros burocráticos que duró algo más de medio siglo.
En 1947 el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires expropia los terrenos del predio ubicado en el cruce de las avenidas 32 y 25 de La Plata para concretar la construcción de un centro deportivo.
En 1972, cuando se candidateó a la ciudad como subsede del presunto Mundial 78, el Estado promovió el primer Concurso Nacional de Anteproyectos para el Estadio Único de La Plata, iniciativa precalificada pero que no prosperó.
En 1989 es cuando aparece la comisión integrada por representantes de Gimnasia y Estudiantes para reflotar el proyecto convocada por dirigentes provinciales y municipales de La Plata para establecer que el terreno expropiado por Mercante en 1947 “reúne las mejores condiciones para la construcción del estadio”.
En 1992, durante pleno gobierno de Carlos Menem y mientras los dos clubes siguen manteniendo representantes rentados en la comisión, el gobierno provincial determina (Ley 11.188) que el estadio se construirá “en su actual emplazamiento”.
Ya con el hecho encaminado, surge la Fundación Estadio Ciudad de La Plata integrada en partes iguales por enviados de Gimnasia y Estudiantes que, junto a la Federación Argentina de Arquitectos y a los colegios provinciales de Arquitectos e Ingenieros, participa del concurso que sólo recibe la presentación de dos proyectos y da ganador al arquitecto Roberto Ferreira, hijo del goleador de Estudiantes, Nolo Ferreira, con un presupuesto de 20 millones de dólares (tiempo de convertibilidad 1 a 1).
En 1993 se le encarga oficialmente al ganador la iniciación de los trabajos. Tres años más tarde (1996) se establece por ley que el Poder Ejecutivo Provincial “es el administrador y ejecutor de las obras” para lo que convoca a concurso público de ofertas con el fin de adjudicar la construcción que se inicia dos años después (1998) cuando el intendente platense Julio Alak y el gobernador Eduardo Duhalde – que para entonces ya había pedido que el estadio fuera techado - colocan la piedra fundamental.
El rechazo de ambas hinchadas a presenciar allí los partidos de sus equipos fue paradójicamente unánime. El apellido del entonces presidente tripero, Muñoz, aparecía en las banderas sobre el título de traidor. El señor Carlos Ferroviera denunciaba al intendente Alak por cobro de comisiones, adjudicaciones truchas y pagos de retornos para campañas publicitarias mientras presionaba como pocos para que los clubes utilizaran el nuevo estadio y trataba de explicar el gasto de 100 millones de dólares para la construcción de un estadio donde se hacían recitales y partidos de la B metropolitana.
El pedido de Eduardo Duhalde sobre el estadio techado obligó a cambiar el proyecto antes de su ejecución, allá por 1992. La maqueta de la cancha pasó a contar con un techo de membrana, sostenido por columnas de madera, al mejor estilo europeo. Pero esta modificación implicó triplicar el presupuesto original.
El techo y las columnas, como algunas torres de iluminación, siguen hoy varadas en el Astillero Rio Santiago.
Colocarlos costaría alrededor de 20 millones de pesos y mientras esto no sucede, el deterioro de estas piezas crece día a día.
La empresa norteamericana “Birdair” fue la encargada de enviar la membrana, consorcio que le cobró al estado provincial, 35 millones de pesos/dólares para construir el anillo perimetral y otras obras Acomplementarias entre el período 1997-2001.
Detenida primero por problemas gremiales y luego por la crisis económica, política y social en el 2000 y 2001, durante la gestión Ruckauf, la construcción quedó paralizada. A partir de la presidencia de Duahalde, con un aporte del 40% de la Nación, 40% del Gobierno de la provincia y 20% de la Municipalidad platense, se completó con 11 millones de pesos, el final de la construcción.
La Dirección de Arquitectura provincial dice que no tiene registros contables de lo gastado en la primera etapa, cuando intervino una unidad ejecutora, luego disuelta por Felipe Solá y sobre la cuál pesan denuncias parlamentarias de pagos de sueldos de hasta 8 mil dólares mensuales.
Según una investigación de Pagina/12,en 2002 la Provincia asumió contrataciones por 100.033.457,44 pesos/dólares (recordemos que el proyecto original de Ferreira estaba valuado en 20 millones). Ese año se llamó a una nueva licitación para la adjudicación de las obras, con vistas a su habilitación en mayo de 2003. Finalmente en ese mismo 2003, el ya presidente Eduardo Duhalde, el gobernador Felipe Solá y el intendente Alak, inauguraron el Estadio con un partido de las selecciones nacionales de Argentina y Uruguay.
Hace pocos días, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, anunció que el próximo 1 de julio de 2009 se cerrará el estadio por el plazo de un año para reabrirlo ya con el techo colocado y nuevas instalaciones para un Centro de Entrenamiento Nacional de Alto Rendimiento, porque para entonces se supone estaría habilitado el estadio – en remodelación – de Estudiantes en 1 y 57.
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