Tuesday, July 15, 2008

Un Oscar a Grondona.

Que la dirigencia de este inundado fútbol argentino está andando en ojotas y bermudas no es novedad. Pero ahora el agua está llegando a niveles ¿insospechados?

¿No saben, no pueden o no quieren?

El NO PUEDEN refiere a los problemas económico-financieros que no permiten acondicionar las tribunas de los estadios, adquirir pases de jugadores de nivel, contratar servicios de seguridad o pagar salarios acordes entre otros tantos ítems.

El NO QUIEREN refiere a la reestructuración del oscuro cuerpo de socios de los clubes. Renunciar a las barras bravas (o descabezarlas) no puede figurar en el manual presidenciable de estos clubes así estructurados.

El NO SABEN está totalmente descartado. El último anuncio de la AFA sobre la creación de 11 centros de Formación y Rendimiento en todo el país es el aviso de Grondona y compañía “Ya lo sé, nos roban jugadores”. Y es sólo eso, decir al público que está enterado y demostrar que actúa en consecuencia (sólo) cuando el tema cubre las tapas de los diarios deportivos. Porque las medidas tomadas son francamente ridículas al ser anunciadas como paliativos.

Sin legislación que ampare el sentido de la movida grondoniana y con la propia voluntad de los chicos y sus familias de ser expatriados cuanto antes (y con legislación de respaldo), los Centros de Formación anunciados sirven para el anuncio mismo y para lo que fueron pensados nueve años atrás, tal cual lo dijera ayer su flamante director Gerardo Salorio: “Descubrimos muchos chicos que antes no conocíamos ni sabíamos donde jugaban”.

Grondona no hizo más que actuar según la traza de actuación pública que dictara su jefe Blatter días atrás: “Los grandes clubes ya casi no forman jugadores. Prefieren adquirirlos de 12 o 13 años de distintos puntos del planeta. Eso es comerciar con niños, es esclavismo moderno.” Sin embargo, antes de estas románticas palabras jamás oí o leí crítica alguna al benefactor Samuel Etoo que se llevó seis chicos africanos a fichar en España, ni tampoco oí queja alguna de los estudios jurídicos contratados por importantes clubes y menos quejas oí de parte de las familias de todos los menores que, víctimas de esta “esclavización moderna”, reciben vivienda, trabajo y educación para sus hijos en países centrales.

“El fútbol se convirtió en un monstruo – continúa Blatter - no se forma jugadores para venderlos, se les forma para que jueguen. No es posible que sigamos asimilando el deporte a las leyes de la competencia entre productos”. Porque como dijera su ex jefe “Yo vendo un producto llamado fútbol”.

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