Antiguas tumbas etruscas, la primitiva cerámica de la cultura daunia – en el centro oriente de Italia – y el famoso caldero de plata encontrado en Gundestrup (Dinamarca) vienen a dar la antigüedad del gesto que, como ninguno, utiliza Mostaza Merlo en nuestro fútbol. Así como indica el ritual supersticioso que confronta con la etiqueta, Reinaldo Carlos disimula la acción dejando la mano bajada a un lado del cuerpo y, muy seguramente, también deja la mano en el bolsillo al momento del conjuro.
En su significación antigua, el gesto es esencialmente un mecanismo de autoprotección contra los espíritus maléficos, el mal de ojo o cualquier otra forma de infortunio y viene a representar simbólicamente el poder defensivo del animal con cuernos.
El cristianismo se encargó de deformar el asunto y llevarlo al lugar del diablo. Pero mucho antes hubo un dios cornudo - que no era el toro (ni Tuzzio) sino el ciervo - que supo ocupar un lugar importante en el panteón de la mitología céltica como amo de los animales salvajes, terrestres y acuáticos, favorable a la fertilidad, la regeneración ctónica y hacedor de abundancia (más efectivo y multifacético que el aloe vera): Cernunnos.
Hallazgos arqueológicos demuestran su veneración al sur de Britania, en las Galias y en el Valle de Alcudia (España) donde la migración celta oretana.
Hallazgos fotográficos demuestran que Mostaza Merlo hace honores al paganismo.
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