Tuesday, October 12, 2010

Ramón Díaz vuelve a fallar.


12.10.2010 - Calígula - Un entrenador se acercó a Hugo “Perico” Pérez y le dijo, “¿por qué no te tirás? Hoy ya no es táctica, hoy es tener bien el vestuario…”

La declaración, del mismo Perico (que no se animó a dar el nombre de su interlocutor), puede dejar sin sentido páginas y páginas, horas y más horas de voces periodísticas que llenan el espacio mediático del mundo fútbol.

Cuando Daniel Passarella tomó la presidencia de Ríver (09.12.09) encontró un club seriamente comprometido en lo institucional, en lo económico y en lo deportivo. Entonces se desempeñaba como entrenador del primer equipo, Leonardo Astrada. Pero el plantel estaba diezmado, no encontraba una línea de juego, los resultados no llegaban y el presidente debió diseñar una estrategia contra el descenso.

Entonces se mencionaron más de una decena de nombres. “No tuve ningún encuentro ni llamada telefónica con nadie. Me vieron comiendo con Lavolpe. Otros dijeron que había hablado con Ramón, otros con Sabella, otros que había un amigo que me estaba generando una comunicación con el Tolo Gallego. No puedo responder a todas esas incoherencias y errores”, decía Passarella. Incluso, en honor a su identificación con el juego bonito, se mencionó a Diego Cocca por su campaña en Godoy Cruz.

Pero la realidad se despega crudamente del discurso. Hoy Diego Cocca está desempleado, despedido de Gimnasia y Esgrima (condenado a promocionarse), Godoy Cruz sigue jugando bonito y los laureles de paladar negro se los lleva su actual DT, Omar Asad.

También el discurso presidencial de Passarella ensaya raras curvas que suelen despegarse de los hechos. Amén de que todavía se espera la publicación de los números de la gestión Aguilar (que avaló su candidatura fuera de plazo), sí fue verdad la reunión que el Kaiser tuvo con Ramón Díaz a la hora de decidirse por reemplazar a Astrada en el rol de entrenador.

“Hace ocho años que no dirijo a Ríver, imaginate cuántos campeonatos hubiera ganado”, se jactaba Díaz, practicante como pocos de la vanagloria y el autoelogio.
En efecto, después de ganar siete títulos en Ríver, Díaz salió despedido por el mismo Aguilar en una situación que nunca terminó de aclararse (se habló de amenazas, denuncias, el matador Salas y no pocos millones). Eran tiempos de menemismo en Argentina, pizza con champán, cohetes a la estratósfera y discursos primermundistas.


No fueron tantos los presidentes (2) como los años que las puertas de Ríver le son esquivas a Díaz. Calculando que la presidencia de Aguilar terminaba (mal) en diciembre de 2009, el riojano se dio el lujo de plantarlo muy públicamente cuando este, ya vencido y denostado, volvió a llamarlo para ofrecerle el cargo, intentando un último golpe de efecto que le permitiera terminar sentado.

El proyecto de Díaz terminó sucumbiendo cuando el actual presidente de Ríver, Daniel Passarella, en conjunto con la comisión directiva del club, se decidió por Ángel Cappa para empezar el Apertura 2010 y le devolvió gentilezas públicas.

Fueron muchos los problemas de Díaz en Ríver. Pero como las instituciones quedan y los hombres pasan, quizás sepa que algún día va a volver. Por lo pronto, Hernán Díaz, Germán Burgos, Sergio Berti, Cedrés, el propio Astrada y Enzo Francéscoli (“nunca podré ser amigo de Ramón Díaz”) ya no están en Nuñez. Pero mientras Passarella no muestre los números de la gestión Aguilar y Ramón no baje sus pretensiones no será su tiempo.

Ramón Díaz, que venía expulsado del América de México, ya había dejado aire intermedio y necesitaba volver al ruedo para limpiar la mancha mexicana de su currículum. Entonces volvió a aparecer San Lorenzo, de donde también salió expulsado (después de conseguir un inesperado título) con demasiados problemas interpersonales con jugadores, dirigentes e intermediarios.

Las prerrogativas pretendidas, su tipo de declaración pública y su poco fluida relación con los planteles no dejan de minar una carrera que empezó promisoria con un Ríver de los 90 que parecía funcionar en piloto automático.

San Lorenzo le dio lugar para 2010. El riojano llegó oyendo promesas de que su show personal encabezaría otra grandilocuente sucesión de grandes contrataciones, endeudamientos y artificios que posibilitarían la creación de la atmósfera festivo – menemista que alienta en cada inicio.

Pero la situación de San Lorenzo se plantó como la más dura realidad. Dispuesta a no repetir errores, a no endeudarse, a asumir que el centenario azulgrana es parte del pasado, la directiva de San Lorenzo largó el actual apertura con un plantel en la media argentina.

Entonces Ramón, sin problema alguno, trabajó en la faz mediática sin perder su estilo irónico y personal que repara en el alzamiento de su propia imagen en desmedro de sus dirigidos. No pudo evitar el autoelogio y, en relación a su “fórmula 1” campeón de San Lorenzo, lanzó que ahora, sin refuerzos, “somos un Falcon familiar”.

Con menos fútbol que puntos, empezó aceptablemente el Apertura (2010) que lo encontró puntero en el primer tercio de campeonato. Entonces el Falcon de Ramón pasaba a formar parte de la simpática desdramatización ramoniana del fútbol. Los jugadores terminarían aceptando la subestimación y todo iría hacia adelante. Pero San Lorenzo, que nunca encontró una línea de juego, tuvo vértigo y perdió tres partidos seguidos (Colón, Estudianes y Lanús)  sin convertir goles.

Ramón Díaz continua con su estilo de moldear discursos y apreciaciones (“dominamos a Lanús”?) y defendió a los jugadores, en respaldo y con espalda, porque había desafectado a los muchachos que no respetan los horarios de las concentraciones y se quedan jugando al poker de madrugada.

Casualmente, Rivero, Albil, Balsas, Herner, Aguirre y Alvarado habrían comenzado la práctica nocturna luego de la primera derrota del Ciclón (ante Colón) (?) o habrían sido reprendidos recién entonces (?).

La cuestión es que, de todos modos, ese asunto se filtró a la prensa, el riojano los desafectó (los estigmatizó) y errando el cálculo de una improbable tercera derrota consecutiva, terminó abortando su plan de endosar el bajón del equipo.

Sigue siendo curioso que un entrenador con tantos títulos ganados nunca suene para dirigir a la selección argentina.

Sigue siendo curioso que Ramón Díaz no atienda los dichos de Perico Pérez, "hoy (al menos) es tener bien el vestuario…"
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