Monday, September 15, 2008

Arqueros argentinos: DEJA VU


Verano de 1978, se iniciaba el año mundialista, las obras estaban finalizando, los taxis ya tenían cartelitos en los techos, los comercios tenían los calcos “derechos y humanos”, las villas miseria ya se habían erradicado de Buenos Aires y los palcos de Ríver y de Rosario estaban listos. Pero Menotti no tenía el equipo. Si bien la resolución gubernamental 309 que prohibía vender al exterior a Maradona, Bochini, Houseman, Gallego, Ardiles, Villa y Valencia (entre otros 59 jugadores) fue cumplida, la lista de los que jugaban en Europa se reducía día a día. Bianchi, Ayala, Wolff, Piazza que no podía venir. ¿Traemos a Kempes? Alonso fue vendido a Francia entre gallos y medianoche…
Pero el problema estaba en el arco. Ubaldo Fillol, identificado con Ríver, superaba ampliamente el nivel del entonces titular, Hugo Orlando Gatti, identificado con Boca. Largos meses de presión pública (entiéndase bajo gobierno militar y sin internet) terminaron, casi sobre la hora, de decidir o quebrar a Menotti. Fillol se hizo del arco argentino y Gatti, relegado, nunca asumió el traspié. Aún hoy, a sus sesenta y tantos años, continúa diciendo que su lesión en la rodilla fue la causa que lo dejó afuera del Mundial 78 (pero no de sus 765 partidos en primera, récord argentino).


El último fin de semana fue intervenido de urgencia en Madrid, Roberto Abbondanzieri (ver1ver2ver3): una grave infección en la rodilla que se lastimó durante el último blooper del partido eliminatorio Argentina 1 Paraguay 1, por la que recibió seis puntos de sutura (vayan los mejores deseos de pronta recuperación). Están estudiando si la infección afectó al músculo y pronosticando que no estará disponible para los próximos partidos eliminatorios de Argentina a jugarse contra Uruguay y Chile en octubre próximo. Serían el 2º y 3º partido de Juan Pablo Carrizo como arquero titular de la selección argentina. Treinta años después, en los que el arco argentino no tuvo dueño indiscutido, Boca, River, una presión pública, una rodilla y un entrenador empecinado confluyen en el deja vú.


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