Friday, July 6, 2007

Ricardo Bochini.

Muchos hinchas de Independiente han pasado por la habitación de Ricardo Enrique Bochini durante el transcurso de los últimos días, luego de unos sobresaltos cardíacos y desde que se permitieran las visitas después de que protagonizara un accidente automovilístico en la ruta que une Zárate y Buenos Aires. Acaso por no calzarse el buzo de DT más que en un brevísimo lapso o por la huella indeleble de tantos y buenos años en el club, la admiración, el respeto y el agradecimiento por los buenos momentos siguen vigentes en quienes empiezan a peinar canas. Porque quienes veían jugar a Bochini – Woody Allen jugando al fútbol (segun Valdano)- no podían aplaudir su despliegue, ni su estado atlético, ni su cabezazo; ni siquiera las chicas se emocionaban y sospecho que ni la cámara lenta con música heroica le quedaba bien. Quienes veían jugar al “Bocha” encontraban rapidez mental, tranco y toque corto, preciso, fugaz: especialista constructor de paredes y habilitaciones, diestro lanzador de estiletazos, experto hacedor de números 9. Llevaba la elegancia de un pekinés rengo – jugaba como agazapado - transpiraba poco mas que un camello y tenía una técnica y una pegada micrométrica.




Ricardo Bochini, junto a Arsenio Erico el mayor ídolo de Independiente, debutó en la Primera División el 25 de junio de 1972, frente a River Plate (0-1) y su último partido profesional lo jugó a los 37 años frente a Estudiantes de La Plata (1-1), el 5 de mayo de 1991. Completó 634 partidos y 97 goles durante 19 años ininterrumpidos en Independiente, adonde llegó en edad de 7º división desde el club Belgrano de Zárate (1971).


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