En este apartado, para acercar a jóvenes, extranjeros, aficionados o admiradores del fútbol argentino, hacemos un recorte bajo el nombre de un jugador de aquel plantel campeón mundial: Norberto Osvaldo Alonso.
1, EL FANATISMO
Citemos a Jorge Valdano (Ariel Scher, “La pasión según Valdano”, Capital Intelectual Ediciones, 2006).
“La pregunta ¿Qué es el fútbol hoy? Resulta simple y compleja al mismo tiempo. Se puede contestar con más preguntas: ¿Dónde? ¿En Argentina o en Japón? ¿En el recreo de un colegio o en un gran estadio? Porque en Argentina este juego está metido en la conciencia colectiva como parte importante de la identidad: con su complejidad tribal, con su sectarismo violento, con su orgullo argentino, con todas las variantes de la viveza criolla… Pero, por el contrario, en Japón el fútbol no subió desde las clases populares, sino que bajó desde los satélites hasta la televisión. Por lo tanto, es más una ideología que un sentimiento. Un espectáculo en el que, por ejemplo, las lealtades son con respecto a los jugadores antes que a los equipos. De manera que si el ídolo cambia de club, el aficionado también. ¿Nos imaginamos algún hincha argentino haciendo algo así?...”
Digamos que esto ocurrió en Argentina en un solo caso. Fue en 1982, cuando Norberto Alonso ídolo de River discutió con el DT Alfredo Di Stéfano y decidió emigrar a Vélez. Pocos pero acalorados fanáticos rompieron sus carnets que los asociaban a River Plate.
2. MANOS A LA OBRA
Fue el 6 de julio de 1966 cuando el Comité Ejecutivo de la FIFA, reunido en Londres, concedió a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) la responsabilidad de organizar la fase final del XI Campeonato Mundial. Norberto Alonso tenía 14 años y 8 presidentes pasaron por el gobierno argentino desde entonces hasta el inicio del torneo. Esta abruptez (permítase el neologismo) política no exenta de violencia y corrupción característica desde la fundación de nuestro país, hizo que el gobierno (militar) no ponga manos a la obra hasta el 3 de diciembre de 1976, a 8 meses de derrocar por las armas al gobierno constitucional anterior, cuando crea el EAM-78 (Ente Autárquico Mundial 1978).
Comandado por el General Omar Actis (jugador de la tercera de River en la década del 40), el Ente tenía por delante la faraónica tarea de concretar la infraestructura necesaria para tamaño compromiso en un plazo más que breve: un año y medio. Estadios, transporte, televisación, urbanismo y tantas otras tareas hicieron del EAM-78 un gigante todopoderoso (en otra entrada analizaremos estas importantes obras históricas) que comenzó firmando un contrato por u$s 500.000 con la agencia publicitaria estadounidense Burson Masteller, especialista en mejorar imágenes de dictaduras.
3. ORGANIZACIÓN DE LA AFA
El 31 de marzo de 1976, a siete días del golpe de estado, la AFA se quedó sin dirigentes. Durante casi un mes, la condujo su gerente, Ernesto Alfredo Wiedrich. No hizo falta intervenirla, porque el 3 de mayo se designó, bajo influjo del contralmirante Carlos Alberto Lacoste, a Alfredo Cantilo, un abogado, hincha de Vélez, y asimismo socio de Universitario de Buenos Aires y el Jockey Club. También parecían vaciarse las canchas de público, porque el 13 de abril, a pocas horas de disputarse el clásico Boca-River en la Bombonera, todavía seguían sin venderse 20.000 entradas. Un hecho que resultaría increíble hoy.
Tras un nuevo fracaso en Alemania 74 y con el 78 en la mira, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) le confirmó a César Luis Menotti el mando de la selección nacional. La consigna era clara: con el mundial en casa, no había espacio para un papelón. Las desprolijidades del pasado no debían repetirse: equipos armados de apuro, entrenadores sin respaldo de los dirigentes, clubes que negaban sus jugadores y estrellas que escapaban de la selección. “La gente estaba aburrida de ver como se juntaban jugadores a último momento y se iba a un mundial a perder, sin hacer nada destacable”, recuerda Menotti.
4. CARLOS ALBERTO LACOSTE
Para el 21 de agosto de 1976, el General Omar Actis tenía programada la primera conferencia de prensa que daría a conocer al país y al extranjero el “faraónico” proyecto del Ente (EAM-78) que presidía.
Sin embargo, dos días antes, a las 9.30 del día 19, Omar Actis es asesinado a tiros de ametralladora cuando salía en automóvil de su casa en Wilde, subzona perteneciente a la Escuela de Mecánica de la Armada y a cuadras de una comisaría que no aportó ningún agente al hecho. La autoría del crimen se atribuyó, según los panfletos encontrados en el lugar, a un supuesto “Ejército Revolucionario Montonero”, sigla que no correspondía a ninguna agrupación conocida.
En lugar del fallecido Actis fue nombrado, al frente del EAM-78, el General Antonio Merlo, hombre que respondía dócil a Lacoste quien manejaría realmente el Ente apoyado por Emilio Massera (jefe de la Marina).
Carlos Alberto Lacoste se había sumado como capitán de navío en 1974 a la comisión formada en el Ministerio de Bienestar Social, organismo al mando de José López Rega y encargado del deporte nacional, representando a la Marina en ese ámbito donde convergían el comisario Domingo Tesone, quien años después sería presidente de Argentinos Juniors; Paulino Niembro, el sindicalista y dirigente de Nueva Chicago que concurría en representación de la AFA y Lorenzo Miguel, por las 62 Organizaciones, entre otros.
Lacoste no perdió el tiempo. Ni siquiera concurrió al velatorio de Actis, a quien secundaba en el EAM ’78. Desde ese momento, con Antonio Merlo de títere, comenzó a manejar a su antojo la organización del Mundial. Una de las primeras medidas que le simplificó su tarea fue el decreto 1261 de abril del ’77: el EAM-78 puede mantener “reserva en la difusión de sus actos”. El vicealmirante se movió a gusto en la AFA, donde ya había colocado a su amigo, el abogado Alfredo Cantilo, y también respaldara, tiempo después, la candidatura de su sucesor, Julio Grondona. La dictadura, a diferencia de otros gobiernos de facto como los de 1955 y 1966, no intervino a la AFA. No hacía falta. Trataba discretamente con la FIFA que, en teoría, no acepta la intromisión de los Estados sobre sus países afiliados.
Muerto Actis, quien se negaba a la construcción de tres nuevos estadios y la central de Argentina Televisora Color respaldada por Havelange, Lacoste controló todo desde el EAM ’78.
Según sus cálculos, el campeonato Mundial costaría US$ 70 millones. Sin embargo, para la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas esa cifra trepó a US$ 520 millones (400 más que los pagados por España en la siguiente edición de 1982), debido a "gastos excesivos y desorbitados como, por ejemplo, comprar televisores a un precio superior al 280% respecto del de plaza", los sobrecostos en la construcción de ATC y tantos otros desfalcos, según lo denunció penalmente Ricardo Molinas. El gasto para la Copa fue a costa de más endeudamiento para el país. Según datos oficiales, ese año la deuda externa argentina tuvo un incremento de 29,10%, que la llevaba a un total de 12.496 millones de dólares.
Jamás se presentó un balance y no hubo sentencia firme en su contra. Lacoste murió en 1984, pero no nos adelantemos.
5. EL EQUIPO
Mientras tanto, las convocatorias realizadas por César Menotti en vistas de los amistosos faltando dos años para comenzar el mundial, fueron un serio problema para él y para varios de los mejores jugadores argentinos. River Plate venía de cumplir una excepcional campaña local en 1975 (luego de dieciocho años sin conseguir logro alguno) y por ese motivo, César Luis Menotti, decidió convocar a gran parte del plantel riverplatense (cinco jugadores: Ubaldo Matildo Fillol, Daniel Alberto Passarella, Juan José López, Norberto Osvaldo Alonso y Leopoldo Jacinto Luque) para disputar algunos cotejos amistosos. Pero los dirigentes “millonarios”, no prestaron a sus deportistas ya que éstos debían disputar la Copa Libertadores de América. Inmediatamente Menotti optó por no volver a convocarlos, hasta que Daniel Passarella y Leopoldo Luque decidieron tener una charla a solas con el entrenador, en una parrilla de Barrio Norte, de la que salieron reconvocados. Juan José López recordaría años más tarde: “ Quizás en ese momento me equivoqué en no juntarme a tomar un café con la persona indicada y explicarle porqué había tomado esa decisión ...”.
-¿Cómo definió la lista de 22 teniendo abundancia de buenos jugadores?-Hubo partidos muy importantes ante Francia, Inglaterra, Brasil, Alemania, Yugoslavia, Uruguay… Me dieron la posibilidad de medir los jugadores pensando en el Mundial. Quería armar un equipo y trabajar toda la semana y no esperar a que bajen de un avión directamente para competir. Esto lo podía hacer Holanda, ya que los jugadores están a dos horas de vuelo para reunirlos y hacía 5 años que se conocían. Yo tuve que dejar afuera a grandes jugadores que estaban en Europa. Preferí tener a mis jugadores en el país porque, a excepción de Kempes que era un fuera de serie, no había grandes diferencias.
El 1 de septiembre de 1976 se leía la resolución 309, que prohibía las transferencias internacionales de 66 futbolistas. César Luis Menotti los había elegido: Diego Maradona, Ricardo Bochini, René Houseman, Américo Gallego, Osvaldo Ardiles, Julio Villa y Daniel Valencia estaban en ella. En uno de los últimos pases, Norberto Alonso había sido vendido por River al Olympique de Marsella (Francia).
Finalmente, en los días previos al evento, se dio a conocer la lista de los elegidos. Quedaron afuera de la convocatoria, entre otros, Carlos Bianchi, Osvaldo Piazza, Rubén Ayala, Enrique Wolf, Víctor Bottaniz, Humberto Bravo y los número 10 Carlos Babington, Ricardo Bochini y Diego Maradona.
Norberto Alonso, número 10 e ídolo máximo de Ríver Plate, fue incluido y, como la numeración de las camisetas fue dada en orden alfabético, llevó en su espalda nada menos que el número 1.
6. Y SIGUIERON LOS EXITOS
Argentina se coronó campeón. Alonso jugó unos pocos minutos en la fase inicial. Lesiones y/o discusiones, según las fuentes, lo sacaron del plantel que nunca lo tuvo de titular.
Más tarde la FIFA premió al vicealmirante Lacoste como miembro del Comité que organizaría el Mundial de España, aunque se topara con una traba formal: el militar no integraba la comisión directiva de ningún club ni cumplía funciones en la AFA. Sólo era un confeso fanático de River Plate.
River era su patio trasero. Desde allí se tomó el derecho de reemplazar al DT Angel Labruna por Alfredo Di Stéfano, presionar a Ubaldo Fillol para que renovara su contrato por la suma que los dirigentes le ofrecían y poner a Norberto Alonso en la selección mundialista del 78. Su amigo Joao Havelange, sin embargo, le encontró la vuelta a aquel problema de los cargos. Entonces Lacoste reemplazó en la vicepresidencia de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) al fallecido Santiago Leyden, con lo que se le abrieron las puertas de la FIFA. El 7 de julio de 1980 lo designaron como vice de la entidad, donde llegó a ocupar seis cargos.
No comments:
Post a Comment