Hacía mucho calor en la noche venezolana de Maracaibo. Bajo un cielo bien negro, en medio del estadio Romero, yacía el diamante más buscado: el diamante de la clasificación. Lógicamente se iba a hacer presente el gaucho, el personaje más ambicioso de estos lares, venido de las pampas. Nadie se atrevería a pronosticar otra cosa: nadie se atrevería a arrebatarle el diamante al gaucho, arrebatador de diamantes. Sin embargo el cafetero – surgido de la más espesa bravura colombiana – se dio cita bajo el mismo cielo y a la misma hora, acompañado de su doberman guardián. Guapo, aunque más modesto, el cafetero lanzó su doberman que venía herido del Paraguay (0-5) para que, apenas entrase el gaucho a servirse el diamante, supiera que no estaba solo y que no se llevaría el botín tan fácilmente (minuto 10, Argentina 0 Colombia 1).
El gaucho no había visto al doberman amalgamado en la noche pero sí, sintió la mordida, gritó y se puso en guardia. Entonces aguzó sus sentidos y puso todo su oficio en marcha para no irse con las manos vacías. Simuló más dolor del que tenía (Mascherano más que Verón exageró una infracción que provocó el árbitro cobrara un dudoso penal a Messi): el gaucho mostró la astucia del zorro antes que la furia cuando el cafetero lo esperaba con el cuchillo entre los dientes (1-1, Crespo). Entonces engañó al doberman poniéndole señuelos, mareándolo (Messi) y golpeándolo una y otra vez (Riquelme) desde lejos (tiro libre) como practicando puntería (3-1). Porque así se presenta el gaucho últimamente, furtivo en el ataque, desconcertado en la defensa, aparece en la noche el forastero menos conocido que temido, casi como un turista despreocupado que necesita ser agredido para empezar a trabajar y llevarse lo que viene a buscar (también EE.UU le empezó 1-0).
(3-1, segundo tiempo) Así, con el doberman del cafetero domado, el gaucho se sentó a la barra y comenzó a tomar cerveza mientras jugaba con el diamante, cual moneda, en su mano. Jugueteaba... el diamante brillaba según caía y volvía a caer en su mano...iba y venía mientras tomaba y miraba flamear la pollera de la mesera seducida. Ya había terminado el trabajo, sencillo trabajo. Una y otra cerveza. Y el diamante que iba y venía del aire a su mano... hasta que, después del décimo porrón, no coordinó y el diamante esquivó su mano para caer al suelo. Entonces el doberman del cafetero dio un zarpazo repentino (3-2) y el diamante comenzó a arrastrarse por el suelo de la taberna, entre patas de sillas, mesas y lugareños exaltados que gritaban. El gaucho se había adormecido (pases intrascendentes de posesión en el mediocampo) y el doberman nunca había cerrado los ojos. Las botellas cayeron al suelo, corrieron ambos, el doberman herido y el gaucho dormido, por el diamante. Casi lo toma el cafetero, pero el gaucho, aun desorientado, le asestó un último golpe de gracia (Milito, 4-2).
ARGENTINA: Abbondanzieri; Zanetti, Ayala, Milito, Heinze; Verón (Gonzalez), Mascherano, Cambiasso, Riquelme (2 goles), Messi (Tevez), Crespo (1 gol) (Milito, 1 gol).
APOSTILLAS:
1. Cambiasso: concentración, contención, precisión, asistencia. Parece rendirle al equipo no encimado con Mascherano.
2. Defensa: Ayala y Gabriel Milito (desordenado) no conjugan.
3. Diego Milito: tibieza, ¿falta de confianza?
Tuesday, July 3, 2007
Argentina 4 Colombia 2.
PRIMERA RONDA
4.
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SELECCION ARGENTINA
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