Uno y otro tienen las cuentas en orden, poseen planteles sólidos que combinan experiencia y juventud, jugadores de la casa y refuerzos de categoría, y ostentan dos de las mejores inferiores del fútbol argentino. Además, cuentan con instalaciones de primer nivel: Vélez posee la Villa Olímpica, un predio de lujo ideado por el gran Marcelo Bielsa y Lanús completó la construcción de su estadio (hace 15 años tenía dos tribunas de madera y la mitad de la capacidad) que hoy es uno de los más cómodos y seguros del país.
Otro club que se acerca a esta línea es Estudiantes de La Plata que, desde el Apertura 2004, viene realizando buenas campañas, con el título del Apertura 2006 y la final de la última Copa Sudamericana (perdida ante Inter en tiempo suplementario), como máximos exponentes de su evolución.
Si se hacen las cosas bien, con orden y seriedad, los éxitos, tarde o temprano, llegan. También se pueden lograr títulos en el medio del caos, como lo han hecho Racing, Independiente, Newell’s, San Lorenzo y el mismo River, que hoy es el paradigma del desconcierto. O también hipotecando el club, como Boca, que ganó todo pero ahora deberá ajustar el presupuesto porque tiene las cuentas en rojo. En cambio, en un ámbito de orden y equilibrio, las posibilidades de triunfo crecen notablemente, no se limitan a un golpe de efecto y las probabilidades de repetir son mayores. Vélez y Lanús dan fe de ello. Son dos modelos que si fueran imitados nos permitirían tener clubes ordenados, saneados, sólidos, duraderos. Y a partir de eso, seguramente veríamos un espectáculo futbolístico mucho mejor.
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