En el minuto 93 Argentina salvó un punto ante Ecuador por la clasificación sudamericana para el Mundial de Sudáfrica 2010. La última derrota de la selección en el Monumental quedó 15 años atrás (Colombia 0-5). Rodrigo Palacio, apenas ingresado, marcó el empate en la última jugada.
En un partido más duro de lo ordinario, Ecuador plantó un férreo esquema de marcación en zona que en muy pocas oportunidades fue quebrado por el equipo argentino.
El trío Zanetti – Verón – Messi intentó por el flanco derecho durante algunos pasajes del primer tiempo. Para el segundo tiempo, Messi quedó como única carta franca de un equipo que se desordenó y pagó cara su tibieza.
A los 74´ una rápida combinación ecuatoriana terminó en un gol de suma precisión y no menor belleza. Si bien fue un remate muy preciso (Urrutia), Abbondanzieri, lento de reflejos, continúa demostrando que jamás salvará un partido.
Argentina, en su disminuida presencia física chocó una y mil veces ante un equipo ecuatoriano de hombres grandes, oscuros, fuertes, mañosos y concentrados que presentaron una línea de 5, pegada a una última línea de 4. Se lo vio un tanto desolado a Kun Agüero corriendo entre las sólidas paredes defensivas ecuatorianas, a Mascherano peleando como David contra Goliat e irse lesionado o a Heinze tomando un Guerrón amenazante.
Argentina no resolvió el juego. En los quince minutos finales, ya en desventaja, se fue al humo. Basile ya había ordenado a Cruz por Mascherano y, ya jugado en un equipo anárquico, ordenó a Palacio (por Verón) que terminó por correr las papas del fuego en el minuto 93.
Puede aprenderse la lección – que costó dos puntos de local – de que la notoria disminución física argentina que da demasiadas ventajas no sólo debe compensarse con fútbol (técnica, velocidad y precisión) sino que necesita de un plus de actitud y resto aeróbico simultáneo a la suma exigencia de una permanente organización táctica.
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