En momentos de agendas superpobladas, compromisos publicitarios y reglamentaciones al detalle, el tiempo de los entrenamientos puede significar no menos que oro en polvo para el seleccionador y el equipo reunido. Como dijera Basile – no se puede trabajar – los escasos momentos de convivencia aumentan su importancia proporcionalmente a la minimización de su lapso.
Si tenemos que la cita reúne al grupo completo, que se hace fútbol frente a un rival mundialista, vestidos de gala y ante público visitante, hablamos de algo positivo. Y si además se gana con categoría y buen juego la resultante sólo es promisoria de cara a la eliminatoria que continúa con compromisos desiguales (Ecuador y Brasil).
Ocurrió lo que hacía tiempo: Argentina brilló. Messi recuperó la sonrisa, Agüero se va poniendo cómodo, Maxi Rodríguez (en lugar de Cambiasso) sigue llegando al gol, Gago pide lugar mientras Mascherano se reubica y Demichelis se sigue afianzando tanto en una defensa de 3 como de 4 hombres.
Media hora le alcanzó a Argentina para liquidar el partido. La clave: la velocidad (por sobre el cambio de esquema). Porque trasladó, se movió y resolvió en velocidad sin perder precisión. Antes de terminar el primer tiempo ya estaba 3-0 y siguió jugando con una soltura que de tan lejana en el tiempo hasta pareció extraña.
Como suele suceder en procesos vertiginosos y de mínimos ensayos, la prueba que no resulta de inmediato se descarta pero la que funciona, al menos por momentos, abre vetas que deben estudiarse.
Argentina mostró después de mucho tiempo que tiene equipo y tiene ganas en un partido que dejó saldos y deberes como la conjugación de un nuevo mediocampo y la definitiva seguridad en el arco propio.
Si tenemos que la cita reúne al grupo completo, que se hace fútbol frente a un rival mundialista, vestidos de gala y ante público visitante, hablamos de algo positivo. Y si además se gana con categoría y buen juego la resultante sólo es promisoria de cara a la eliminatoria que continúa con compromisos desiguales (Ecuador y Brasil).
Ocurrió lo que hacía tiempo: Argentina brilló. Messi recuperó la sonrisa, Agüero se va poniendo cómodo, Maxi Rodríguez (en lugar de Cambiasso) sigue llegando al gol, Gago pide lugar mientras Mascherano se reubica y Demichelis se sigue afianzando tanto en una defensa de 3 como de 4 hombres.
Media hora le alcanzó a Argentina para liquidar el partido. La clave: la velocidad (por sobre el cambio de esquema). Porque trasladó, se movió y resolvió en velocidad sin perder precisión. Antes de terminar el primer tiempo ya estaba 3-0 y siguió jugando con una soltura que de tan lejana en el tiempo hasta pareció extraña.
Como suele suceder en procesos vertiginosos y de mínimos ensayos, la prueba que no resulta de inmediato se descarta pero la que funciona, al menos por momentos, abre vetas que deben estudiarse.
Argentina mostró después de mucho tiempo que tiene equipo y tiene ganas en un partido que dejó saldos y deberes como la conjugación de un nuevo mediocampo y la definitiva seguridad en el arco propio.
ARGENTINA: Abbondanzieri; Burdisso (1 gol), Demichelis, Coloccini; Zanetti, Mascherano, Gago (Banega), Maxi Rodríguez (1 gol); Messi (2 goles) (Sosa), Agüero (L. López), Cruz (Cavenaghi). DT: Alfio Basile. Estadio: Qualcomm, San Diego, EE.UU.
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