La gente de Vélez pasó una previa expectante. Venía el equipo de ganar en el Cementerio de los Elefantes (0-1 a Colón) un partido que también se pudo haber perdido. Los refuerzos, que por contratos o lesiones no llegan a la cancha provocan el debut del pibe Roberto Floris, central izquierdo, como carrilero. Recibió con aplausos al equipo y con silbidos a Navarro Montoya (quien defendió el arco velezano en 85 ocasiones, de 1984 a 1988) en la fría noche de agosto (10) y a los 7 minutos de juego ya gritó gol: un gol del pie almidonado de Damián Escudero. Y entonces se simplificó lo que pudo haber sido un enjambre de complicaciones. Porque la gente de Vélez sabe lo que le cuesta al equipo ganar en casa a estos equipos que llegan para abroquelarse en el fondo. Y pudo verse (también por televisión, sólo por TyC) un equipo que no brilló pero que fue efectivo, que trastabilló más de una vez pero que también, más de una vez, llegó al área rival con velocidad, rotación y toque de primera. Pudo verse un Sena que se lució y hasta convirtió, un Zapata que pretende coros (hizo un golazo de tiro libre) y un Escudero que marca diferencias con su estilo. Ganó el Fortín, otra vez. Acaso sea la debilidad de Olimpo (recibió 5 goles en 2 derrotas) más que la solidez de Vélez. El tiempo dirá.
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