Monday, May 28, 2007

Y San Lorenzo va.



Digamos que con el triunfo de la 16º fecha el Ciclón consiguió el objetivo propuesto: un lugar en la Copa Libertadores 2008. Objetivo ambicioso si tenemos en cuenta la performance azulgrana del torneo anterior. Digamos que con este triunfo consiguió igualar a Rácing en el historial de enfrentamientos (54-54 y 41 empates). Pero San Lorenzo, este San Lorenzo extraño está primero. Y, contra comentarios y especulaciones, no se cae. ¿Es que están esperando su caída? Por supuesto, no sólo Boca y Estudiantes que lo persiguen con mejor fútbol sino también quienes juzgan el trabajo de su entrenador Ramón Díaz. ¿Cómo puede ser que un DT con tantos laureles que cambia de club y sigue ganando siga cubierto por el manto de la duda?
Hablamos de San Lorenzo. Que le ganó a Rácing Club 3 a 0, que puntea el torneo desde la primera jornada, que a tres fechas del desenlace lleva tres puntos sobre el perseguidor Boca Júniors, que gana y gana, que lo dirige Ramón Díaz, que tiene a Lavezzi pero…




Ocurre que nadie sabe a que juega San Lorenzo, que es irregular, que cuesta encontrarle virtudes o, cuando menos, características de equipo, que el mismo plantel lo sabe y acaso esté tan sorprendido como todos los demás.

“Seguro que los que nos dan palos ahora van a decir que goleamos porque Rácing es un desastre” dijo Adrián González (mediocampista).

Digamos que si San Lorenzo campeona es porque logró sumar mas puntos que cualquier otro, puntos que nadie le puede quitar, que tiene talentos (Lavezzi) y chispazos (Gata Fernandez). Pero también digamos que este tipo de torneos (19 fechas) son poco menos que impresentables, que hacen posible (al mejor estilo Mundial) que una racha se traduzca en campeonato y no así en salvación de categoría (el promedio de los descensos es la otra pata de esta maltrecha escalera).

Allá arriba está San Lorenzo, cuya virtud príncipe es el ánimo y la unión de un grupo que encontró en las críticas el nudo de esa unión, la creencia, la fe, la fe centrífuga y contagiosa que vuelve en ovaciones y rebota en triunfos. No nos une el amor sino el espanto supo decir Jorge Luis Borges. Acaso alcance, son sólo algunos partidos.

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