Una tarde de 1981, después de almorzar, mi vieja me mandó “a lo de Rosa” con una maceta y no se que planta. Estaban los pibes en la puerta y el barrio dormía una siesta muy silenciosa.
Maceta en mano, crucé la calle, toqué la puerta de Rosa y le di la encomienda. Atrás de ella, desde la sombra de la parra, venía hacia la calle don José, que terminaba de ponerse su campera de corderoy marrón y la sonrisa de siempre. Rosa me agradeció el mandado y yo me fui con don José saludando mi casa desde la vereda de enfrente. Caminamos las tres cuadras que nos separaban del club para llegar muy tempranito a ver a Ferro.
La cancha me pareció estaba vacía; no sólo era muy temprano sino que mi relación era la vez anterior que había estado allí, la tarde nublada en que Ferro volvió a primera frente a Almirante Brown (1979), nunca volví a ver la cancha así, tan verde, había gente colgada de todas partes, las puertas estaban abiertas pero la gente no entraba, tan llena estaba.
Sentado al sol veía el partido preliminar mientras se iba agregando la gente del barrio a los tablones y don José saludaba gente en la platea. Ferro ganó, ganaba siempre entonces. Después del partido no fue posible volver con don José que seguía saludando gente. Caminé las tres cuadras hasta casa y mientras tomaba una merienda me preguntaba por qué la gente gritaba tanto por Saccardi, “y dale Cacho, dale dale Cacho”, habiendo otros jugadores más habilidosos y que, incluso, habían jugado mejor que él. “Y dale Cacho, dale dale Cacho”
"Yo nunca fui un habilidoso. Sé que con la pelota en los pies no sé mucho, por esa trato de quitar y entregársela enseguida a algún compañero destapado. Mi gran virtud creo que es la marca y luchar siempre, no bajar nunca los brazos durante el partido. Si hice algo en el fútbol o si me hice conocer gracias al fútbol, fue por la garra que tengo." (1981 Gente de Ferro)
Don José lo sabía muy bien. Fue el marido de Rosa, quien compraba nuestras rifas de canasta familiar para las camisetas del equipo de la cuadra, Don José Scalise, quien llevó a Saccardi a las inferiores del club después de verlo jugar en un potrero de Pompeya.
Cinco años después (1969), Cacho debutó en el primer equipo y al año siguiente fue el tipo que arrastró al Ferro campeón de la Primera B (1970). Después fue el alma de aquel Ferro que brilló desde Caballito hacia todo el país en el Nacional de 1974, después la selección...
Lo convocó César Luis Menotti a la selección argentina (1975). Había jugado tres partidos cuando lo contrató el ascendido Hércules de España, según el ojo del técnico Benito Joanet que tenía que armar un equipo que supiera consolidarse en primera división.
"Cuando me salió lo del Hércules, estaba en la Selección. Fui y hablé con Menotti. Le conté que había salido eso y que por mi edad (yo tenía 25 años) no iba a tener otra oportunidad así. El me respondió que lo veía bien, y que igual para el Mundial (de Argentina 78) aún faltaban tres años y no me podía asegurar que en mi puesto no iba a surgir algún fenómeno y después no fuera yo a integrar la Selección."
Cacho también es homenajeado en Alicante. Jugó en Hércules durante las temporadas 1975/76 y 1978/79, disputando en total 106 partidos y conformando una escuadra histórica y muy recordada en el club, para volver a Ferro, ganarle a Almirante Brown, ascender otra vez a primera y salir campeón con el mejor equipo de Ferro de la historia, aquel que condujera el viejo Griguol.
Mientras Don José se acomodaba en la platea, Rosa tomaba mate con mi vieja, yo me acomodaba a los gritos, era impresionante como gritaba la hinchada de Ferro cuando saludaba Saccardi, “y dale Cacho, dale dale Cacho”.
Se cumplen 5 años de la muerte de Cacho Saccardi. Estaba jugando al tenis en una quinta de Moreno cuando lo sorprendió un infarto. Hoy vemos su pequeño homenaje en el kiosco de diarios que lo viera sonriente no pocas mañanas porteñas, kiosco que administran sus hijos en las veredas aledañas al Cid Campeador de su barrio de Caballito, el barrio de Ferro Carril Oeste.
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