01.09.2011 - Después de otro traspié que suma años a la sequía ganadora de Argentina, Alejandro Sabella hace el debut oficial como DT de la selección. Entrenador de flaca currícula, de quién no se conoce proyecto alguno, Pachorra toma el reto practicando lo que mejor sabe hacer, la cultivación del perfil bajo.
El debut pretende garantizar sonrisas o, cuando menos, la entrada protocolar sin bemoles mediáticos de un nuevo cuerpo técnico. No podemos subestimar la capacidad del rival, Venezuela, y menos aún después de su histórica performance en la última Copa América 2011. Pero, casualmente, es el mismo rival con el que debutara el entonces flamante (DT) Diego Maradona.
No podrán sacarse demasiadas conclusiones de la performance futbolística. Menos prácticas que viajes, fotos y autógrafos funcionan como irremediable atenuante a la hora de los postreros análisis.
Enmarcado el (menor) interés deportivo del encuentro agreguemos que ni argentinos ni venezolanos tendrán la oportunidad de ver a sus equipos en el estadio y que tampoco podrán pensar con alguna proximidad al ficcional Lionel Messi: Argentina y Venezuela viajan miles de kilómetros para enfrentarse en Calcuta (India).
En efecto, "será un día memorable para Calcuta, veremos jugar en vivo a algunos grandes jugadores en el mejor momento de su carrera", explica entusiasmado Bhaswar Goswami, representante del Celebrity Management Group, la entidad organizadora que llevó a (Messi) Argentina a jugar a la India, uno de los lugares con menos tradición futbolera del mundo.
El país, recién liberado del yugo inglés en 1947, tiene al cricket como deporte nacional y al hóckey y luego al voley como juegos multitudinarios. El fútbol en India está muy lejos de aquellas popularidades con las que sueñan los empresarios.
La selección india de fútbol no sólo nunca participó de un Mundial sino que tampoco formó parte de torneo internacional (importante) alguno. Si bien fueron invitados a participar en Brasil 1950, la asociación declinó el convite por razones románticas o de desinterés.
Las performances memorables del seleccionado sólo cuentan el 4º puesto en las Olimpiadas de Melbourne (1956) y el subcampeonato de la Copa Asia (1964) (10º en 1984 y 16º en 2011), compite en la Copa Federación Asia del Sur (una de las más débiles) y su máxima figura, Bhaichung Bhutia, ostenta el honor de haber jugado para el Bury FC (Premier League). Los héroes (deportivos) de India están muy lejos del fútbol.
Así, el anticipado anuncio de la visita de Messi (y de Argentina) desató en Calcuta una multiplicada messimanía que (a su vez) multiplica ingresos (o egresos, según como se mire). Se calcula que la recaudación por entradas alcanzará los u$s 2.5 millones, mientras que, si sumamos el aporte de los sponsors y los derechos de TV –el encuentro es transmitido en 150 países-, se estima que la suma se eleve a u$s 4.5 millones.
Más de 15.000 entradas fueron vendidas por internet apenas publicado el anuncio. No se recuerda un evento tal desde la llegada de Pelé jugando para el Cosmos en un partido amistoso contra el equipo local Mohan Bagan (1977) o cuando el arquero alemán Oliver Kahn jugó para el Bayern Munich contra Bagan (2008).
Utpal Ganguly (administrador local del fútbol indio), asegura que este partido es más importante: "Messi está en la cima de su carrera, mientras Pelé y Kahn jugaron aquí en el ocaso de sus años".
Relevando el público que constituye la “messimanía”, Suvadeep Ghosh (estudiante de ingeniería de 18 años), dice que es posible los jóvenes no puedan costear las entradas. El costo mínimo de los boletos es 500 rupias (11 dólares) para los jugadores de futbol de la ciudad registrados y de 1200 rupias (27 dólares) para otros.
La Republica de la India representa el más resurgente milagro de las últimas (2) décadas para los economistas, al colocarse en la posición mundial 12 en materia de PIB. No obstante sigue en el tiempo con un bajo nivel de ingreso per cápita, alta pobreza extrema y graves problemas de analfabetismo e insalubridad.
Las políticas de libre mercado aplicadas a partir de 1990 concurrieron en multiplicar la brecha y lograr crecimientos económicos por encima del 8% anual en la última década.
El PIB nominal de la economía hindú fue de US$1.43 trillones en el 2010 (1/4 parte del PIB chino y 1/10 del PIB estadounidense) y las proyecciones apuntan, en una década, a que India se convierta en la 3º potencia mundial. Pero el PBI per cápita ubicó a la India en el lugar 143º entre los 182 países miembros del FMI, con un promedio de u$s1.016.
Buena educación a nivel tecnológico y un ejército de ingenieros y técnicos se combinan con más de 250 millones de pobres extremos (25% de su población estimada en 1,173 millones), 39% de analfabetismo y 50% de la población infantil desnutrida.
Empresas globales como el conglomerado Tata (#8 mundial, 160.000 empleados e ingresos por US$70 billones); Infosys, 1º empresa en soluciones informáticas, con 70.000 empleados; el parque tecnológico de Bangalore, cuyas exportaciones de productos informáticos ascendieron en el 2010 a US$53 billones (1.000.000 de empleos directos) así como la industria fílmica que produce el doble de películas que Hollywood. Todas ellas producen (y exportan) rodeados de la más cruda pobreza extrema del mundo.
Hasta hace poco, las películas de Bollywood estaban destinadas (en gran medida) al consumo local, pero las ventas en el extranjero se volvieron significativas en los últimos años, con los grandes mercados en los países donde domina la diáspora (Gran Bretaña, EE.UU., Canadá, Singapur, Australia). Hoy, las películas y los programas de Bollywood alcanzan de u$s 3.000 a u$s 4.000 millones en entradas extranjeras, colocando a la industria fílmica de la India sólo detrás de Hollywood. De hecho, la India revasa al resto del mundo en la cantidad de películas hechas y de entradas vendidas.
Más allá de los increíbles ingresos que se exprimen de la imagen de Messi (merchandesign), la empresa Bollywood eligió a uno de sus mejores directores, Riingo Banerjee, para que se encargue de llevar a cabo la tarea de filmar a la Pulga durante el partido para la realización de una nueva película (Messi no será el protagonista de la película, que abordará la historia de un chico pobre que, finalmente, triunfará como jugador profesional).
No deja de sorprender el avance indio. No deja de sorprender el contraste entre una élite intelectual y económica y pobres extremos que viven a la intemperie, haciendo sus necesidades a la vista de todos, barrios hacinados con viviendas de trapos y cartones, una atmósfera mal oliente y un tránsito caótico con millares de vehículos, motores, motonetas (rickshaws), vacas caminado en las vías y conductores suicidas (4 de cada 10 indios viven con u$s 1.25 por día).
La emigración, en conjunto con las políticas económicas aplicadas, aclara el caso. La diáspora india (que ahora suma 40 millones de personas en el mundo) comenzó cuando trabajadores indios se dispersaron a lo largo del Imperio Británico a finales del siglo XVIII. El éxodo se intensificó después de que los ingleses abolieran la esclavitud (1834), desencdenando una gran demanda laboral alrededor del mundo. Los indios fueron enviados y se volvieron trabajadores contratados en las plantaciones de caucho de Malasia, o sirvientes en las Indias Occidentales.
Muchos regresaron, pero otros permanecieron en sus nuevos países volviéndose parte de las economías locales. Los menos progresaron (militares, empresarios, médicos y prestamistas) y hoy constituyen (como diáspora) una de las fuentes de capital más importantes de capital extranjero para la India: los indios desarraigados mandaron u$s 49.000 millones en remesas a sus familiares (2009), sobrepasando a China por u$s 2000 millones y a México por u$s 4000 millones y un 4% del PIB de India proviene (únicamente) de las remesas enviadas desde Estados Unidos.
En EE.UU., donde la diáspora india representa menos del 1% de la población, sus miembros suman el 13% de los estudiantes graduados en universidades. El 67% de la gente con ascendencia india que vive en EE.UU. tiene por lo menso un grado de licenciatura, en comparación con el 28% del total de la población. En Canadá, la gente de ascendencia india tiene el doble de probabilidades de tener grados de maestría o profesional. En Inglaterra, un 40% de los estudiantes de medicina y médicos en el Servicio Nacional de Salud son de origen indio, paquistaní o bangladesí.
Los expatriados llevan consigo su cultura y la difunden: dos millones de ingleses disfrutan de por lo menos una comida india a la semana, entre otras curiosidades.
Este es el mosaico de una ínfima minoría expatriada (que contiene a los empresarios indios que compraron el Blackburn Rovers inglés) de un país que tiene 1.210 millones de habitantes, sólo superada por los 1300 millones de chinos y gracias a la política de un solo hijo en China, se espera que las cifras de India rebasen a las de China a finales de la década de 2020, cuando la India tenga 1.400 millones de habitantes contra los 1.390 millones de China. Entonces (2020) India sería el mayor contingente de angloparlantes del mundo, por encima de Estados Unidos. El mayor contingente de pobreza del mundo.
Así las cosas, la misma lógica de mercado que está erosionando gravemente la competitividad de las ligas europeas y el fútbol de selecciones, que induce a cambiar los horarios de partidos de la Liga española (para la TV china) y funda las pretensiones de Manchester United de cotizar en la bolsa de Singapur (entre otras desmesuras) pone en el encumbrado altar al codiciado mercado asiático.
De este modo, la minoría india multinacional le vende a su mercado interno el espectáculo de “Messi y sus satélites” así como Roger Waters llena siete veces Ríver en Argentina. Por supuesto, la gran mayoría india (como la Argentina) no podrán asistir al evento, incluso aquellos trabajadores ligados al fútbol que pasan largas horas cosiendo pelotas de fútbol.
Así las cosas, los compatriotas y hermanos venezolanos que sí podrían acceder al espectáculo (Argentina – Venezuela) tampoco podrán hacerlo. Ahora por razones de mercado. El partido se juega en el Salt Lake Stadium (el 2º estadio más grande del mundo) de Calcuta, y está dirigido al mercado asiático y al indio en particular, donde a través de la creciente TV por satélite se trata de arraigar el fútbol.
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