el hombre, apenas visible en la sombra nocturna se esconde entre los cestos de basura, la música y la cámara sugieren la presencia de un perseguidor, la calle mojada refleja una luz de luna o farol aislado, el hombre desesperado intenta recargar su revólver hasta que veo la cara camuflada del perseguidor: un vampiro mal maquillado.
Sigo el zapping: aviones de 1942 en blanco y negro, una mujer dando listas de ingredientes, un tigre persiguiendo un ciervo, Perfume de mujer, me detengo...
¡que ciego compone Al Pacino! ¡Qué actor! Qué buena versión de “Por una cabeza” instrumental, que buena escena, hasta que el coronel ciego (Pacino) se sube a la Ferrari y maneja a toda velocidad por las calles de la ciudad.
Sigo el zapping: dibujos animados irreconocibles, un informativo en alemán, Thriller de Michael Jackson (qué bien baila), posturas anónimas de kamasutra, me detengo...
música new age, morocha de buena cara, un tipo lampiño, ambiente zen, voz en off sobre las bondades de la respiración, primeros planos, la importancia de la caricia, hasta que al momento de tomar posición veo que velan las partes difuminando la imagen.
Sigo el zapping: dibujos animados irreconocibles y un jugador de fútbol, brazos levantados y dientes al viento, corriendo a los gritos, me detengo...
el tipo corre unos 50 extáticos metros y casi no espera a la tundra que llega para pegarle, abrazarlo y finalmente tumbarlo en el piso para formar una espontánea, desprolija y emotiva montaña rusa de camisetas rojas ante un estadio repleto que vocifera agitado como el relator que estira la emoción y el entrenador que cierra sus puños. Planos de hinchas, primeros planos de jugadores, festejo aguerrido, explosivo, hasta que sigue el replay y veo en cámara lenta un penal atajado y el hombre en cuestión que toma el rebote para convertirlo en gol.
Apago el televisor.
Buenas noches.
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