Argentina se despide de Marsella (donde Francia no perdía desde 1960) con un resultado interesante (2-0) y con algunas muestras positivas de cara a la próxima continuidad latinoamericana hacia Sudáfrica.
Creo que, hoy por hoy y en los tiranos tiempos de selecciones, en este lugar del recorrido mundialista es casi menos importante ver a donde vamos que de dónde venimos (0-1 con Chile, renuncia de Basile y un equipo destruido).
La segunda presentación de Diego al frente de la selección (1-0 a Escocia) parece reabrir las puertas de un fervor que parecía remoto y un hambre que se había perdido.
En un partido muy parejo, Argentina terminó entero ante una Francia deshilachada y abucheada por su propio público, justamente las caras de la moneda que fue el partido.
La falta de profundidad francesa se vio compensada en el primer tiempo por un férreo y efectivo sistema de abrazo defensivo: el pressing francés fue irreductible durante los primeros 40 minutos y allí la lentitud argentina quedaba sobreexpuesta en cada uno de sus jugadores rodeado de dos o más franceses.
Pero como suele suceder, estos sistemas basados en el despliegue físico no duran 90 minutos.
Cuando Jonás Gutiérrez se encontró con la pelota que encontró el gol (minuto 40), argentinos y franceses se dieron cuenta de que los esquemas planteados eran perecederos.
Argentina tomó desde entonces la pelota y abusando de toques laterales, regresivos y hasta equivocados manejó – no sin sobresaltos – las situaciones.
El cambio de Tévez por Agüero (minuto 82) fue tardío y espero que el caso Kun no se convierta en el talón de Aquiles de Diego DT. Porque Agüero, junto con Jonás Gutiérrez y Maxi Rodríguez fueron los rendimientos individuales más bajos de esta noche.
Podríamos buscar sustituciones en el lugar de Heinze, psicoanalizar a Papa para que no tenga miedo de salir por la banda, darle más minutos a Tévez, poner un Di María fresco en los segundos tiempos y dejar que Messi juegue.
No es para ir al obelisco ni para un brindis especial. Sí para ver que estos jugadores jugaron concentrados, dedicados y sólidos como hace tiempo no se los veía.
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