Tuesday, February 17, 2009

Messi Media.


De moda y buena venta en los últimos años, el revisionismo histórico vino a mostrarnos el lado oscuro de la luna. Que los invasores ingleses fueran espantados con agua y no con el caro aceite hirviendo, que San Martín fuera de putas o Belgrano tuviera voz aflautada, en definitiva, no cambian nuestro particular y no menos turbio derrotero histórico.

Entiendo que estas contribuciones literarias pueden llegar con intenciones saludables, quizá quitar algunas capas de bronce instaladas sobre la memoria de nuestros próceres, colaborar con el desentrañamiento de políticas irrepetibles, sumar pequeñas verdades históricas o sencillamente agregar alguna novedad a la batea del mercado editorial. Pero también, mostrar el otro lado de la luna, me suena como suena publicar la obra inédita de un autor muerto, una usurpación de la vida privada (el caso de Borges y sus primeros libros que él eligió no publicar, publicados pos mortem por Kodama).

Muy bien. Después de estos extraordinarios aportes quizá podríamos decir que llamar “santo de la espada” a un militar (que además iba de putas) puede sonar exagerado o que el amor de San Martín por la Argentina (que aun no existía) no le hizo sombra al que sintiera por su errática carrera militar. Pero para esto no necesito leer ninguna de las novelas y ensayos que la última década editorial me ofreció como novedad.

Terminé hace unos días La logia de Cádiz (Jorge Fernández Díaz) y transito las páginas de Los mitos de la Historia 4 (Felipe Pigna), libros que figuran estas semanas entre las listas de mayor venta (?): uno lo encontré (a pocos días de publicado y antes de publicidad alguna) en mesa de saldos por $ 20, sobre la calle Entre Ríos y el otro me llegó indirectamente desde su autor.

Digamos que “La logia...” es bastante pobre y que su aporte («No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente», hit del autor) no sobrepasa el aroma de los condimentos de shock a través de la conjugación de un San Martín de putas y en apuros (escondiéndose por las calles nocturnas), con la sacra imagen que de él se construyera durante dos siglos y nos legara nuestra querida escuela primaria (¿o nadie se preguntó en la niñez si San Martín no usaba los inodoros?).

Del mismo modo que Fernández Díaz se molesta en escribir para ponerle palabras al otro lado de la luna (el siempre posible imaginario), “News of the World” publica en tapa la imagen de Phelps fumando marihuana (febrero 2009)

Porque nuestros héroes de hoy (deportistas), de quienes tampoco faltan biografías, visten pantalones cortos.



Carolina del Sur, fiesta universitaria, gorra invertida, remera ancha, pipa de agua, marihuana, seca va, seca viene, Michael Phelps (a tres meses de romper todos los récords olímpicos) es fotografiado fumando (noviembre 2008).

Nada excepcional: fiestas y reuniones, música, luces, flash, cocktails, chicas, chicos... de ahí salió la foto que, meses después terminara en la tapa de “News of the World”.

Como si hubiese hurtado, defraudado, estafado o blasfemado, Phelps (23) salió a disculparse compungida y públicamente por su "mal ejemplo". Porque al igual que las estrellas de High School Musical que (aun) fuera de la pantalla no pueden romper el aura de sus personajes, los deportistas tampoco son dueños suyos fuera de las pistas. Sus imágenes públicas valen millones de dólares y pertenecen a marcas deportivas o clubes o sociedades que gastan millones contratando lo que sus imágenes venden (talento + vida saludable – escándalos) incluso llegando a dar forma a cláusulas insospechadas:

Acaso Messi no fume marihuana pero también tiene menos de 23 años: en 2005 tenía aseguradas cada una de sus piernas en unos u$s 20 millones y cuando en un receso, viajó a Bariloche con su hermano, tuvo que esquivar a la prensa para poder andar en motos de nieve sin ser fotografiado, porque eso representaba no respetar el contrato.

Phelps (Visa, Sppedo, Omega, PureSport, Kellogs, etc) y Messi (Adidas, Pepsi, Gillette, Telefónica, Air Europa, Unicef, Bobaloo, Yogurísimo, Danet, Movistar, Sandisk, Gatorade, Nike, Mastercard, YPF, xBox, Gillette, Banco Sabadell, Galeno, Storkman, Lays, Mirage, Aspire Academy, A-Style, etc), arquetipo del jugador hipermediático del siglo XXI, eligen que firmar, que parte de sus vidas vender y cuantas disculpas pedir por lo menos, hasta que alguien muestre el hipotecado y siempre demandado lado oscuro de sus lunas.

Nosotros elegimos que consumir.





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