Monday, May 19, 2008

Los botines de Buonanotte.

Una de estas tardes, igual a cualquier otra tarde, llegaron los botines de Buonanotte.

Acaba de cumplir 20 años y debutó en primera división hace 3. En el lapso en que un jugador puede sumar más de 100 partidos sólo reunió un puñado y sin embargo, le valieron una poco despreciable cantidad de elogios, miradas, notas y llamados.

Hay varias formas de ver el caso en la isla que va desde el exitismo precoz hasta la germinación de un verdadero talento. Y en ese marco, Diego Buonanotte, ya mojó los pies en ambas orillas.

Un día, a los 13 años, llegó de Teodelina (Santa Fe) con su papá. Volvió. Jugó, fichó, volvió y recorrió kilómetros de jueves para entrenarse y de sábado para jugar. Pasó las inferiores hasta entrenar en una cancha auxiliar que tenía piso de nubes. Apareció Passarella, el mismo que se ve en las fotos blanco y negro con la copa del mundo en las manos, y se lo llevó a hacer pretemporada en primera. Y una tarde, una tarde igual a otras tardes, a miles de tardes anteriores, lo encontró en el monumental jugando en la primera de River (9 de abril de 2006, 3-1 a Instituto).

El país respiraba fútbol. Era la previa de Alemania 2006. Zidane +10, Ballack +10, Raúl +10, Messi +10. Y en Buenos Aires, en zona sur y zona norte, Adidas hizo lugares a la gigantografía Buonanotte +10: un pibe que la rompe en las inferiores de Ríver, el nuevo Messi.

“Esa promoción no me hizo bien” – dijo después el “enano”. Guillermo Rivarola, entrenador de la reserva, también debía contestar: Diego no había jugado ni un segundo en primera y ya estaba en los carteles de publicidad en el Monumental y en la Panamericana. Es difícil para un chico de su edad. Todos, por ilusión, decían desde hace dos o tres años que era la nueva perla, el nuevo Messi. Y eso afecta a los chicos, que tienen que manejar esa comparación. Diego es muy centrado, pero en algún momento lo confundió lo que se habló. Del mismo modo que Messi hizo banco en Alemania sin siquiera mirar el partido de la eliminación, Buonanotte volvió a la reserva y bajó a inferiores. Fue un tema delicado – dijo Rivarola - Cuando me enteré de que Diego no iba (a la pretemporada de primera), supe que sería una situación muy particular: al haber tocado primera e incluso haber realizado la pretemporada del año pasado, tenía otra ilusión, otra expectativa.”

Buonanotte quedó a la observación de ganancia muscular y dosificación de juego. Se entrenó aparte, horas de gimnasio y dosis de vitaminas se alternaron con charlas. El “fantasma” de su físico, la amenaza que con el paso del tiempo se hace más cruda, fue y es combatido diariamente. “Es un jugador muy técnico – dice su entrenador - que a veces abusa demasiado de su calidad y de su confianza para gambetear, y en el roce pierde.” Mide 1.60 y lucha por pasar los 60 kilos.

No le tocó en suerte la mejor época de Ríver. En muchos años el club no vivía una sequía tan pronunciada de títulos paralela a una crisis institucional sin precedentes.
“Tengo adelante a Ariel (Ortega) y al Mumo (Peralta), no puedo pedir mucho.” Y a poco, la salida de Passarella, la llegada de Alexis Sánchez y las urgencias políticas terminaron de sombrear su futuro. Eligió quedarse, volver con los pibes, hacer gimnasia y esperar que el Mumo fuera borrado, que Ariel incursione en otras líneas, que Alexis Sánchez no encuentre su nivel y que el Cholo Simeone lo necesite para cubrir una seguidilla de partidos por Copa y torneo que se tornó vertiginosa.

Hoy es pedido por el público, concentrado por el entrenador e invaluable por su presidente.
Buonanotte demostró que aguanta el ritmo de primera, que tiene un talento desigual, que no le faltan agallas ni desfachatez. Le falta demostrar que puede aprender a jugar con ese físico, el fantasma que lo persigue desde las tardes de viaje de Teodelina, en su tránsito por las nubes de la auxiliar, en su debut monumental, en sus jornadas de bullicio y en cada partido de primera donde su contextura, combinada con su juego exquisito, se presenta como una inevitable tentación al golpe.

Todo esto se me cruzó por la cabeza cuando tomé los botines de Buonanotte. Botines de calce 38.


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