Saturday, May 17, 2008

Lisandro López, el mejor.

Que la Argentina es una potencia exportadora de jugadores está a la luz desde hace ya unos años. La cantidad de títulos ganados a nivel juvenil viene a respaldar lo que podría llamarse una fábrica de talentos. Pero las variables económicas, los precios, los negocios, las urgencias y – lo dicho – la cantidad de jugadores considerados de exportación que terminan concluyendo este cocktail produce una cantidad de jugadores que, sin regresar del fracaso ni triunfar en las máximas luces, cumplen sus contratos en lugares tan lejanos como diferentes de Argentina.

La vinculación de los jugadores con su trabajo ha cambiado. Juan Pablo Carrizo lo dijo a las claras horas antes de los dichos de Ahumada: “el amor por la camiseta ya no existe más” y “es normal que uno busque un progreso económico”. Diego Latorre también habla de este asunto con Marcelo Gantman. Representantes e intermediarios omnipresentes.

Referimos al estrato de jugadores que emigran – como todos - en busca de éxito deportivo y económico, que no llegan a nivel regular de selección pero que tampoco vuelven al país, que transpiran su camiseta y miran el Clausura argentino por tv, que luchan con los idiomas y se abren culturalmente pero que extrañan, inevitablemente, su terruño. Una franja cada vez más numerosa y menos novedosa porque acaso la cuantificación se coma a la cualificación, los números a los hechos y los contratos a las vivencias.

Quitando la connotación negativa que puede implicar el término en su sentido histórico (fue esencialmente uno de los peores castigos) llamamos a estos jugadores, buenos jugadores, “desterrados”.

Y en este grupo, quizá como una de sus cabezas despuntantes por su permanente amenaza de salir hacia arriba encontramos a Licha López, campeón con Porto, goleador de la Liga y premiado como el mejor jugador de Portugal en la temporada 07-08.

-¿Sos ídolo para los portugueses?
-No, pero nos tratan muy bien. La ciudad es chica, la mayoría de la gente es hincha del Porto y la verdad es que somos reconocidos. Los chicos van a la cancha, los grandes también. Son muy fanáticos y nos conocen a todos. Nos piden autógrafos, aunque no como en la Argentina. Se vive el fútbol, se disfruta, pero no con la pasión de los argentinos.

-¿Cómo es tu vida en Portugal?
-Trato de ver todo el fútbol que puedo. Me levanto temprano, tomo mate, leo Infobae para saber qué pasa en mi país y, bueno, estoy viviendo con mi novia, así que estamos juntos todo lo que podemos. A veces se extraña Rafael Obligado, los amigos... todas esas cosas sí se extrañan. Y tomamos mate para extrañar un poco menos y nos conectamos mucho por internet. A veces entreno a doble turno, a veces sólo a la mañana... así que aprovechamos también para pasear.

-¿Cómo te llevás con el idioma?
-Bien, me defiendo con el portugués.


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