24.07.2011 - Después de dos años de proyectos y trabajos, hoy (24 de julio 2011) se reinaugura el Estadio Nacional de Lima (Perú), con el que, según Arturo Woodman (presidente del Instituto Peruano del Deporte - IPD), Perú podría candidatearse a sede de los Juegos Panamericanos de 2019.
La remodelación se inició desde un acuerdo firmado por el (mencionado) IPD y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) para mejorar y ampliar su capacidad de 45.000 a 60.000 espectadores, la instalación de una pista de atletismo, el reciclaje de las oficinas del estadio y tantas otras mejoras que fueron surgiendo en el devenir. Esto se conjuga, de alguna manera, con un presupuesto inicial de 29 millones de soles y un gasto superior a 205 millones (700 % mas). Lo “importante” es que el presidente Alan García puede inaugurarlo antes de que finalice su mandato.
La modernización del Estadio Nacional terminó conformando una gigante obra de ingeniería que, a su vez, conjuga una larga enumeración de detalles (vídeos) y nuevas funcionalidades (vídeo) proyectados por el estudio ganador del concurso, José Bentín Arqs y Asociados que, inspirados en el Nido de Beijing, diseñaron la “novedosa” piel exterior.
Esta piel lleva un sistema lumínico interactivo que, a través de micrófonos de ambiente instalados en el interior del estadio, plasmará en luces de fachada la intensidad vivida según los momentos del evento.
Lejos del Palacio Barolo (sobre Avenida de Mayo) cuyo faro cúspide se encendiera de verde o de rojo según ganara o perdiera nuestro púgil Luis Angel Firpo vs Jack Dempsey en el Polo Grounds de New York para que los porteños agolpados a su pie (faltos de radio) se enterasen del resultado (14.09.1923), las luces del Estadio Nacional de Lima son el primer sistema interactivo del mundo que no podría traducir a luces una tragedia como la acaecida en 1964 en su interior.
Menos lejos que Firpo-Dempsey, el 24 de mayo de 1964, mientras se enfrentaban (para los JJOO de Tokio 1964) las selecciones olímpicas de Perú y Argentina tuvo lugar allí la mayor tragedia en la historia de los estadios sudamericanos).
Hoy el estadio vuelve a crecer en su aforo desde entonces y, casi paradójicamente, es reinaugurado con selecciones juveniles (sub20 de Perú y España).
El estadio se emplaza en el barrio de Santa Beatriz (Lima) en el mismo sitio donde en 1897 se ubicó el Stadium Nacional, el estadio con tribunas de madera obsequiado al Perú por el gobierno inglés que fuera testigo de los inicios del fútbol en el país.
Luego, en tiempos de estados constructores (años 50) y sumado a los grandes hospitales, grandes colegios, grandes edificios públicos y grandes complejos de vivienda, llegó el Coloso de José Díaz (nombre de la calle), con su torre emblema, inaugurado el 27 de octubre de 1952.
12 años después tuvo lugar la tragedia:
El torneo, que clasificaría a dos equipos sudamericanos para los Juegos Olímpicos, arrancó para Argentina el 8 de mayo con un triunfo frente a Colombia (1 a 0) y siguió con Ecuador (1 a 0), Chile (4-0) y Uruguay (3-1).
Perú empezó un día antes (07.05.1964) empatando con Ecuador (1-1), venciendo a Colombia (3-0) y luego a Uruguay (2-0).
Clasificado a los JJOO anteriores (Roma 1960) junto a Brasil y Argentina, el fútbol olímpico peruano había levantado la vara de un público local que vivía tiempos políticos demasiado enrarecidos.
Aquel 24 de mayo (1964) la Federación Peruana de Fútbol había rechazado el pedido de la Cruzada Eucaristica Misional Cruz Blanca para que una religiosas ingresaran al estadio a recaudar fondos para una colecta aprovechando el impresionante marco de público. Las razones de tal negativa fueron entre otras, el clima tenso que se había presentado en las jornadas previas.
Argentina venía como unánime candidato a ganar la clasificación y los peruanos (que ya habían apedreado al equipo uruguayo y encendido fogatas frente a Ecuador) manifestaban su estado ante el panorama de robarle un empate a los gauchos para pelear el 2º cupo con Brasil.
Faltando media hora de juego, Néstor Manfredi abre la cuenta para Argentina (1-0, ´60) y lo que habría sido el empate peruano a poco del final (´84) fue anulado por el árbitro uruguayo Ángel Eduardo Pazos por plancha del autor, Víctor Lobatón, sobre Morales (vídeo).
El fallo enardeció a los más de 47197 aficionados presentes (cifra oficial). Los reclamos e insultos por el “descarado robo” (que clasificaba a los argentinos) se multiplicaron al calor de las fogatas de la popular sur, el alambrado de la tribuna norte se ondulaba y los asientos no tardaron en caer al campo: el árbitro decidió suspender el partido por falta de garantías.
En ese momento Víctor Melasio Campos, más conocido como Negro Bomba, saltó al terreno de juego y corrió en busca de Pazos (árbitro) para agredirlo. La policía le tiró los perros para detener los casi 100 kilos de su humanidad y, una vez caído, le propinaron una rotunda paliza que empeoró el ánimo de las gradas.
Después lo siguió otro hincha (Edilberto Cuenca) que también fue detenido y después otro y otro hasta que se acercó el jefe policial (Jorge de Azambuja) dando la orden (a sus 100 efectivos) de disparar gases lacrimógenos contra las tribunas mientras el árbitro y los jugadores argentinos se iban escoltados a los vestuarios bajo una lluvia de proyectiles.
Cundió el pánico: miles de hinchas trataron de ganar la calle (incluso tirándose de la bandeja intermedia a la baja) y se encontraron con enormes candados que cerraban las puertas (para no permitir el ingreso de la gente que había quedado afuera sin entrada).
Los hospitales y la Morgue se llenaron de cuerpos (identificados con esparadrapos en la boca) mientras se pedía sangre y asistencia por los medios y los que lograron escapar mataban (2) policías, saqueaban comercios e incendiaban autos.
Héctor Chumpitaz contó que los jugadores peruanos tardaron dos horas en salir del estadio.
Cuando Lima volvió a la calma, se contaron 328 muertos y unos 500 heridos. El gobierno peruano declaró estado de sitio y suspendió las garantías constitucionales. Dos días después de la tragedia, la policía capturó al Negro Bomba.
Ernesto Duchini, el DT argentino, ese día mandó a la cancha a Cejas; Morales, Bertolotti, Perfumo y Pazos; Malleo, Mori y Cabrera; Domínguez, Manfredi y Ochoa.
Perú formó con Barrantes, Guerrero, Castillo, Chumpitaz, Lara, Sánchez, Enrique Rodriguez, Zavala, Casaretto, La Rosa y Victor Lobatón.
Argentina fue acreditada con la victoria y ganó así su clasificación para Tokio 1964, donde su actuación fue más que discreta, al perder sus dos primeros partidos y quedar eliminada en la primera ronda. Cuando arrancó la competencia de fútbol en Tokio, dos de los 16 equipos clasificados no estaban presentes.
Fotos del libro “Los Prodigiosos Años 60″ de Guillermo Thorndike (Editorial Libre, Lima, 1992) publicadas en arkivperú.
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