10.11.2010 - Calígula - "No habrá, o mejor dicho no habría, más dos campeones, sólo uno” - dijo Don Julio - “El torneo son las 38 fechas, las que valen. Diecinueve es muy corto, está produciendo una pasión desmedida. Todos quieren estar en la pelea y no están los que más convocatoria tienen y más problemas tenemos" .
Y dijo “habría” porque todavía no está la resolución tomada y no vio mejor oportunidad que (aún) anunciarlo al salir de la Cámara de Diputados, donde fue citado a declarar por el asunto de los barrabravas que viajan en avión. "Hay barras bravas trabajando en los clubes. Se meten y luego no los pueden sacar."
Lo cierto es que además de por su actual y “emparejada” competitividad, el fútbol argentino se destaca por el cambio reiterado en la organización de sus torneos y Don Julio, poniendo oídos contra el vidrio popular, vuelve a girar el timón.
No obstante hay posiciones encontradas. Puede sonar coherente que a favor de los torneos cortos encontremos a los clubes chicos (15 de 20 pero que representan un 20% de afición, aprox.), por posibilidades de campeonar, de clasificación a las copas y, en definitiva, gracias al mejor trabajo de algunos de ellos, de largar desde una meta menos desigual (?).
Si bien este tipo de torneos propicia campeones de racha (6 o 7 victorias lo catapultan) que después hacen papelones en la Libertadores, dan dos festejos (campeones) en vez de uno, coincide el receso con la apertura de pases en Europa y aparece como más igualitario entre sus competidores, las opiniones en su contra se fueron sumando.
Un recorrido por nuestra historia organizativa de torneos oficiales nos cuenta que entre 1931 y 1966 se jugó siempre igual: 16, 18 o 20 equipos a dos rondas con un campeón y uno, dos o ningún descenso (que se inició en 1937 y se anuló en 1948, 63, 64, 65 y 66).
En 1967 se dividió el asunto en dos torneos anuales: Metropolitano y Nacional (que incluyó a los equipos del interior, indirectamente afiliados a AFA). Ese torneo Metropolitano fue, en realidad, el primer torneo corto de nuestra historia.
Empezado el 3 de marzo y finalizado el 6 de agosto, se jugó en dos zonas (todos contra todos), con cuadrangular final y se lo llevó Estudiantes de La Plata jugando 24 partidos (13G 7E 4P), siendo la primera vez en la historia que no campeonó un (denominado) grande.
En 1970, viendo que la reforma no daba buen espectáculo (crecían los sistemas defensivos para clasificar entre los 14 primeros que iban al Nacional), se dispuso el torneo Metropolitano en una sola zona, todos contra todos a una ronda.
En 1971 se alargó el Metropolitano para volverse a jugar todos contra todos, a dos rondas (agregando dos descensos para totalizar 4).
En 1985 volvió a cambiarse la organización. Adiós Nacional y vuelta al torneo largo, pero ahora a tono con el calendario europeo, de agosto a julio del año siguiente “para que los equipos puedan salir a recaudar de gira” (?).
1990 fue la nueva bisagra. El torneo se dividió en dos: Apertura 1990 (del 20 de agosto al 22 de diciembre) y Clausura 1991 (del 22 de febrero al 30 de junio). El campeón, Newells Old Boys, salió de la final entre los ganadores de cada torneo y se llamó campeón del Torneo Integración 1990/91.
Desde entonces, hace 19 años, venimos viendo los dos torneos anuales, Apertura y Clausura, equivalentes a cada una de las rondas de los torneos largos. Pero como alguien dijo “que 20 años no es nada”, cambiamos de nuevo para volver.
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