Monday, August 11, 2008

Boselli

La tercera acepción que el diccionario da para hambre es “deseo muy intenso de alguna cosa”. Si nos vamos a “ambición” encontramos el “impulso psíquico, por lo general con metas claras, considerado expresión de la necesidad de éxito […] con la superación de obstáculos y el mantenimiento de elevados niveles de trabajo; con el esfuerzo por superar la propia labor, así como la rivalidad y la superación con respecto a los demás. El deseo de fortuna o de gloria pone en movimiento todas las energías de los individuos, que tienden así a lograr niveles más altos y a realizar sus potencialidades. Sin embargo, cuando dicho deseo no descansa en una capacidad real, aparecerán estados de frustración e inadaptación.”

“El tema es que tengo 23 años, estoy con ganas de seguir creciendo y creo que esperé el tiempo suficiente para tener una oportunidad entre los once” despachó Boselli (22.05.1985) para que Boca acepte los u$s 2.200.000 que Estudiantes puso por el 50% del pase y sus derechos federativos.

Ya lo vimos vs. Independiente por la Copa Sudamericana, perdido junto a Calderón en la ofensiva de un Estudiantes anodino y vapuleado, marcando su gol como quien se despierta de madrugada cuando todos duermen.

Lo vimos el sábado (09.09.08) en el 2-3 frente a Rosario Central, marcando los dos descuentos pincharratas; el primero señalando el centro del campo avisando a todos que fue gol y el segundo, cual despierto fantasma, cuando árbitro, jueces de línea, relatores, jugadores e hinchas seguían en la estela del golazo de Kily Gonzalez.

A la sombra (larga) de Martín Palermo, Mauro Boselli sale disparado de frustración para hacer el camino inverso del “loco” (Boca – Estudiantes) y probar si su instinto y desvelo es progresivo en la continuidad.


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