Thursday, August 28, 2008

Argentina: récord juvenil.

Trasladar la matemática de los éxitos juveniles a las probabilidades sobre las selecciones mayores es una pretensión que el fútbol, dichosamente manteniendo algo de su condimento lúdico, no permite. Si fuese esto posible o aproximadamente mensurable, Abramovich ya estaría retirado del asunto, el fútbol competiría con la F1 y el capitalismo del espectáculo deportivo superaría en ránkings al escandinavo.

El récord mundial de la categoría sub 20 que ostenta Argentina con seis títulos sigue volcando las miradas a las canteras criollas, la curiosidad hacia su proyección y la interrogación de no pocos empresarios.

¿Podemos decir que el equipo argentino que se consagró campeón olímpico en Beijing 2008 es la base o cuando menos la columna vertebral de la selección que se presentaría – de clasificar – en el próximo mundial de 2010?

Messi, Mascherano y Gago, por edad y por juego, aparecen a primera vista. Di María, Agüero y Pareja en un segundo escalón. La pregunta no sólo se reinventa sino que al concluir con presunciones blandas se multiplica.

Así como los antiguos celtas fueron por el nacimiento del arco iris sobre la tierra que generaba los más grandes tesoros, hombres del fútbol y capitalistas merodeadores no dejan de analizar la cuestión argentina.

La pregunta y las expectativas vuelven como eco cada vez que Argentina gana un torneo juvenil (sub). Festejos y aumento asimétrico respecto de la mayor. ¿La potencialidad juvenil se diluye? ¿Es transmisible? ¿Preparación? ¿Tratamiento de equipo? ¿Debuts tempranos?

Datos y opiniones:

Argentina es, después de Brasil, el país más exportador de jugadores de fútbol del mundo. Si combinamos la variable poblacional de cada país pasa a ser el primer exportador.

La situación económica europea respecto de la argentina se traduce en los valores circulantes de sus mercados futbolísticos: la emigración del jugador argentino es un logro festejado y no menos buscado.

Los clubes argentinos basan su financiamiento en la piedra fundamental de la venta de jugadores al exterior por lo que acentúan y aceleran el trabajo de las canteras y las divisiones inferiores para tal fin.

El marco legal que debiera cubrir el tráfico de menores es birlado por otras normativas (patria potestad) y ofrecimientos particulares (trabajo para los padres del menor, escuela para el menor, etc.).

Una radical diferencia del juvenil argentino respecto de sus competidores en torneos internacionales se basa en la experiencia adquirida en las primeras divisiones debido a tempranos debuts.

El aceleramiento de la evolución juvenil en pos de satisfacer la demanda del mercado europeo necesaria para solventar el mantenimiento de los clubes argentinos provoca una dispar quema de etapas en los jugadores. Los chicos son expatriados antes de terminar su desarrollo profesional y culminan su proyección en un fútbol diferente al de sus inicios sin adecuados procesos de adaptación.

El promedio de edad de los jugadores del actual Apertura 2008 argentino es de 24,5 años. Tomamos algunos clubes del mundo y todos sus promedios son superiores: Florentina (Italia): 26.27; Real Betis (España): 27.69; Fluminense (Brasil): 27.80; Colo Colo (Chile): 25.81; Newcastle (Inglaterra): 28.31; Peñarol (Uruguay): 29.27; Ajax (Holanda): 26.10; Benfica (Portugal): 26.75. Podemos ampliar la lista.

La ambición y la competencia de los cazadores e inversores que en pos de comprar talentos velados con probabilidades, acentúa la tendencia exportadora y genera un nuevo estrato de “repatriados” a un torneo de menor competitividad.

El trabajo de las selecciones juveniles es diferente al de las mayores en cuanto a la posibilidades de equipo y elaboración de grupo. Las exigencias de los tupidos calendarios europeos hace imposible el trabajo de selecciones mayores y convierte al entrenador en seleccionador.

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