Tuesday, July 20, 2010

2010: Mundial sin figura.


20.07.2010 - Calígula - No hubo figura descollante en Sudáfrica. No hubo partidos de galería. No hubo un goleador único. Entonces habrá que explicar que el Mundial 2010 elevó a su máxima expresión el valor del equipo y como ningún talento individual salvó, aún en su mejor momento, la estructura sólida de un colectivo dinámico, sintético y a modo de título, España es el campeón.

Habrá que explicar también (no yo) Forlán mejor jugador, el no gol de Lampard, los tapones holandeses en el pecho de Xabi Alonso, el no replay de jugadas polémicas, las curvas de Jabulani y por qué las “tan molestas” vuvuzelas se dispersaron por el mundo.

Pero volviendo a lo futbolístico, en horas de debate argentino acerca de la continuidad de Maradona (DT) al frente de la selección, de plazos, proyectos y evolución, surge el análisis de resultado puesto, que nunca deja de acomodarse ni salirse del marco resultadista: copiar a España (?) se oyó y sigue oyendo (es obvia la referencia a su sistema y no a sus nombres, sólo españoles).

Durante los festejos españoles (que retratamos en fotos) un visitante del blog (Andric Frost) comentó que “nos equivocamos quienes profesamos aquella doctrina que establecía que únicamente habían tres formas de ganar la Copa del Mundo: a) Llamarte Brasil, Italia o Alemania; b) Ser organizador y tener cierto potencial (Inglaterra, Francia, Uruguay y Argentina); c) Aferrarte a un milagro (Maradona 1986) y Uruguay (Maracanazo 1950). La victoria de España abre un inciso “d)” que desarticula los tres anteriores: Lo único que cuenta es la suma de talentos que se tiene en el presente: al pasado solo recurre gente como yo para tener de qué hablar”.

Messi, Kaká, Ronaldo, Rooney, Drogba y Eto'o se fueron sin hacer verano mientas que la permanencia de Villa, Sneijder, Podolski y Forlán, independientemente del orden final, resultó exitosa gracias al conjunto que los acompaña.

De las cuatro selecciones semifinalistas, tres comparten la partitura del 4-2-3-1, la misma que marcó el compás de los últimos finalistas de la Champions League: el Inter y el Bayern Múnich, la que con adaptaciones interpretan el Barcelona y el Manchester United y en breve ensayará el Real Madrid.

La premisa del 4-2-3-1 consiste en controlar la mitad de la cancha con un buen número de hombres para evitar la improvisación (saldrá Bilardo a decir que lo inventó él?). Entonces la línea defensiva de 4 recibe el apoyo de de 2 complementos pocos metros adelante. Y en el ataque, como mínimo, habrá 4 jugadores con depuradas características técnicas, buen despliegue físico y ambición goleadora.
El 4-2-3-1 aumenta la importancia del centrocampista defensivo, conocido en algunos lugares como “pivote”, hasta el punto de que resta protagonismo al 10 o los medias puntas de un tradicional 4-4-2.

Con dos 'pivotes defensivos' de buen manejo, el avance del rival muere en sus pies y nace de inmediato la réplica sin necesidad de cumplir el trámite burocrático de antaño de pasar el balón primero por las botas del creativo (Cambiasso?).

Van Bommel y De Jong son los recuperadores en Holanda, Xabi Alonso y Busquets en España, Schweinsteiger y Khedira en Alemania. El análisis de lunes es inobjetable (?)

Pero entonces Daniele De Rossi y Riccardo Montolivo (Italia), Gilberto Silva y Felipe Melo (Brasil), Mascherano y … (Verón) ¿no jugaron el Mundial? ¿O será que se necesitan jugadores afinados y conjugados en líneas compactas?

El analista puede conjeturar sobre el hecho de que cuesta encontrar una figura descollante en el campeón… Villa hace goles apoyado en la creación de Xavi e Iniesta que se apoyan en la recuperación de Alonso y Busquets reparados en la última línea sobre un arquero que se juega. Por enésima vez, el conjunto sobre la individualidad y Di Stéfano presente: “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.

Dice Alessandro Baricco (Los Bárbaros, ensayo sobre la mutación): “En el fútbol, si renuncias a Maradona es porque has creado un sistema de juego menos cerrado, en el que la grandeza del individuo es, digamos, redistribuida entre todos, y en el que la intensidad del espectáculo se encuentra diseminada”. Primacía colectiva, pase corto sustituto de gambeta (?).

"Messi abusó de su talento individual – dice Pablo Terrab (Un Caño #27) – eso lo alejó de la eficiencia. El genio no encaja en la estructura colectiva. Y esto también tiene que ver con una estructura social imperante: si antes uno podía dedicar su vida a los vericuetos de la literatura anglosajona del siglo XIV, si se especializaba en ello y dejaba en aquel campo la vida, si se esforzaba para agotar al máximo cada referencia, quedaba transformado en un genio particular: contaba con profundidad de conocimiento en un aspecto específico. Hoy, la profundidad no es tan importante como la circulación. La posmodernidad, la multiplicidad de estímulos livianos, termina definiendo individuos que se forman muy rápido, y saben muy poco de muchísimas cosas. En el fútbol se pide circulación rápida de pelota, así como circulan rápido las ideas. También se pide velocidad. El genio resulta demasiado esforzado, la profundidad es lenta. Los engranajes colectivos reemplazan a este tipo de piezas en pos de una construcción que las supera". Y volviendo a Baricco: “Iniesta hace circular la pelota, Messi la hace desaparecer. A lo mejor te encanta, seguro, pero es el sistema el que tiene que vivir, no él”. Messi murió en la lógica de este sistema.

Sigue Baricco: “Si todos hacen de todo, es difícil que todos consigan consigan hacer de todo muy bien; y de ahí la famosa tendencia a la medianía. Sergio Ramos no defenderá tan bien como Beckenbauer, pero ¿cuántas cosas más hace?” Y denota el valor de la polifuncionalidad.

Los cuatro semifinalistas contaron con al menos un lateral de opción ofensiva: Ramos (España), Lahm (Alemania), Van Bronckhorst (Holanda) y Fucile (Uruguay). Los cuatro semifinalistas tuvieron delanteros asistentes en defensa: Kuyt, Sneijder, Robben, Podolski, Klose, Cavani, Forlán, Villa, Navas

Volvemos a lo mismo, el diario del lunes no tiene espacio para recordar a perdedores como Maicon, Tévez, Di María (mi fuerte no es la marca), Meireles o el mismo Messi.

¿O que oíamos cuando Bielsa mandaba a Ortega a correr a Roberto Carlos?

Así, sin demasiado entusiasmo, le respondí al amigo visitante del blog (Andric Frost) que hablaba de un nuevo inciso abierto por España para ganar el Mundial sobre llamarse Brasil, Alemania e Italia, ser organizador o aferrarse al milagro Maradona con “la suma de talentos que se tiene en el presente”.

Rozando a Alessandro Baricco (sin saberlo), desconfiando de evoluciones hiperteóricas, sabiendo que todo sistema depende única y exclusivamente de las condiciones de los jugadores y obviando que España no fue campeón en 1982, sólo respondí que un Iniesta + un Xavi + un Xabi Alonso conforman la santísima trinidad de otro milagro.

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