Iban tres minutos cuando el paraguayo Rodrigo Rojas se sacó la pelota de los pies tirando rasante al arco, tan rasante que se le escurrió por debajo del cuerpo a Abbondanzieri – como decimos desde siempre, sin condiciones de lugar.
Pero Ríver, con menos confianza que Maradona en Bilardo, no se creyó el obsequio y el juego se hizo incierto. Boca tomó la pelota para hacerla circular y dominó terreno aunque las escapadas de Funes Mori y Villalba (Ríver) hacían sonar una tibia alarma.
Boca parecía algo más compacto y ordenado a la hora de salir a buscar. Ríver, aguerrido atrás (muy bien Almeyda) era algo más errático y vertiginoso de tres cuartos para adelante. Ese desorden en combo con la actitud agresiva sumaba jugadores al ataque y dejaba la casa desguarnecida de relevos.
Así, cuando Ríver se pierde el segundo, una pifia dio el contraataque por el que Boca empata: fórmula reiterada: centro vertical de Riquelme + cabeza de Palermo (´31).
Iban dos minutos del segundo tiempo cuando Villalba define cruzado y el palo le devuelve la pelota a Abbondanzieri: fue la introducción del baile.
Rïver tocó, corrió y hasta se divirtió ante un Boca estaqueado que, recostado en la vuelta de Riquelme, sigue sin reacción recibiendo goles a granel.
Abbondanzieri logró que Funes Mori – toda la noche en off side y perdiendo mano a mano con Morel – gritara su gol (´10). Y si este chico moja es porque, indudablemente, el asunto está acabado.
Entonces Ríver se creyó lo que estaba pasando. Palermo se peleaba con plateístas, Gaitán (expulsado) devolvía una botella a la tribuna, Riquelme no estaba (después lo reemplazó Mouche) y Villalba (1.65 mts.) tocaba y tocaba hasta que hizo su gol para enmarcar (´19).
Fue 3-1; pudo haber sido una goleada histórica y no por las "bondades" de Funes Mori (?)
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