Tuesday, January 19, 2010

El mundial en la escuela




El debate no es nuevo en la víspera y a la luz de más manifestación y menos contenidos, podría correr peligro de convertirse en una refritura de 2006.

Entonces, a la manera de Umberto Eco en Apocalípticos e Integrados, aparecían dos extremos en el arco de la opinión: la imposibilidad de aislar a la escuela respecto del interés que genera el Mundial (llamado por este polo “el certamen deportivo más popular del mundo”) y la absurda legitimación de la pérdida de horas de clase por la televisación del Mundial (llamado por el otro polo “un espectáculo deportivo – comercial”), por más relevante que éste sea.

Por la gama navegan la discriminación entre unos partidos y otros, la utilización del fútbol como eje motivador o integrador de contenidos, la modernización, el acercamiento, la integración…

Luego las ramas del árbol se disgregan hacia el asunto cuantitativo de horas de clase que aseguran o no el uso eficiente del tiempo en la escuela, la inclusión de nuevas tecnologías en la educación o el medio siglo de la televisión ausente en la escuela cuando todavía no se terminan completos los programas de las materias y nadie sabe qué hacer con los celulares en el aula.

“Progresistas” (integrados en la jerga Econiana) que no quieren correrse a hablar de orden y disciplina y “conservadores” (apocalípticos de Eco) que no quieren deslizarse a hablar de albedrío llevan las voces.

Recordando algún chico televisado (más de uno acaso), chico activo de banderas tomar, presente en cuanta movilización se genere (goteras en el aula, calefacción, paros docentes, derechos de centros de estudiantes, etc.) y conjugándolo con algún otro chico televisado que responde en cuestionarios de cultura general que no sabe quién es Videla o pregunta quién es Pekín, una llama desmotivadora enciende el globo navideño del mundial en la escuela.

En 2006 el Ministerio de Educación de la Nación se pronunció - tácitamente progresista - presentando un libro en unión con la embajada de Alemania -“La escuela, los medios y el Mundial de Fútbol Alemania 2006”- para distribuir en todas las escuelas, dedicado a exponer un plan de actividades escolares que vinculan contenidos de materias con el Mundial.

El Mundial 2006 fue incluido como tema de análisis en la escuela (esto es “vimos el partido en el cole”) a modo de contenido transversal a los programas de todas las materias de tercer ciclo de EGB en seis provincias, entre ellas Mendoza, cuyo Director General de Escuelas – Ariel Barrios – decía “el objetivo es que los alumnos conozcan, relacionen e interpreten el rol de los medios. Eso permitirá vincular los contenidos curriculares de la escuela a la realidad cotidiana y a los eventos sociales, deportivos, artísticos, políticos, económicos que vive toda la sociedad.”

En el medio, los chicos haciendo su historia, según escribe Orlando Barone en su artículo “El totalitarismo del fútbol y las escuelas”:

“(…) Aquellas opuestas posiciones educativas no marcan sino distintas formas de enfrentar o de defenderse de la fuerza imparable de la marea futbolística. Y optar por uno u otro recurso no cambiará el objetivo estudiantil que –con o sin permiso institucional- tendrá como destino colectivo las vicisitudes de los partidos y de los resultados.

Poco importará a los alumnos tratar de entender la historia de Croacia, la etnia de un país africano, el arte milenario de un país asiático o la trama histórica y política de Alemania. No es necesario que el sistema educativo se autojustifique tratando de emprender una aventura vana. Ellos estarán pendientes de los goles, del triunfo o la derrota del seleccionado, y no de recibir clases alusivas bienintencionadas y poco realistas.

(…) En un caso -dejar que se mire el mundial por televisión en las aulas- se trata de una forma flexible y progresista; en el otro, se trata de mantener, sin concesiones, la tradición y la razón de ser de la enseñanza. (…) Lo que los educadores deben sopesar es que si la selección fuera eliminada prontamente, la triste carga sicológica de los alumnos no variará y será igual en cualquiera de ambas opciones. Tendrán que asumir el correspondiente duelo de una sociedad futbolera. Y no importa si vieron o no televisión en la escuela. Pero si Argentina ganara el campeonato del mundo ya no importarán ni la educación ni la escuela ni la Universidad, ni el parlamento ni el Gobierno ni nada: la Argentina estará cerrada una semana. Y el ministro Filmus y Jaim Echeverry también se habrán convertido en masa."

Decíamos… en el medio los chicos haciendo su historia:

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