Allí, en la interiorana Ponte Nova, donde creciera gambeteando sacerdotes del monasterio, empezó su trajetoria de glorias y lamentos, más Rei que Pelé, Reinaldo José de Lima.
A los 16 ya ponía em extasis la hinchada que lo seguía em cada partido de Atlético Mineiro. En el Mineirão, o Maracanã, lo que alla estaban si olvidaban de los otros 21 jugadores de la cancha, las miradas estaban em Reinaldo. Sus dribles, aunque sin toca el balón, sus difiniciones cirurgicas...mismo antes de receber la pelota, el Rei ya sabía cual sería el fin de la jugada, donde se la ubicaria en el arco para la alegría de la gente.
Todavia por el Galo no hubo quien pudese evitar los goles del Rei: 255 em Primera, otros 54 en
Aquella explosión del 77 terminó llevándolo, frontera mediante y dictadura hermanada, a la selección brasileña que participara del Mundial 78...
Politicamente incorrecto para los conceptos de entonces, los hombres de farda dificultaban la vida de Reinaldo em la selección de Brasil, igual que sus lesiones en las rodillas por las patadas de defensores que no tenian otra manera de frenalo: por el Scracth fueron solamente 14 goles en 6 partidos.
Antes de despedir al plantel que viajaba al Mundial 78, el entonces presidente brasileño, gral. Ernesto Geisel, le pidió expresamente a Reinaldo que se dedicara mas a jugar al fútbol que a hablar de política, que ese asunto lo dejara para ellos (los militares).
“O presidente me chamou para o seu gabinete e foi direto em um tom de militar. Diza: ´quem da política é a gente, vocè cuida de jogar futebol. Deixa que da política, cuidamos nós”
Y en efecto, Rei no habló de política: sólo gritó su gol contra Suecia en Mar del Plata con el puño izquierdo en alto (03.06.78, 1 a 1 com os punhos cerrados no ar, imitando o gesto feito pelos ´Panteras Negras´ ao subirem no pódio na Olimpíada de 1968, no México)
“Eu imitei aquele gesto feito pelos norte americanos, más nao com una intencáo revolucionária, e sim, com um aspecto político, apoiando o socialismo”.
“En aquella Copa del Mundo la comisión técnica era una comisión militar. El director de la Confederación Brasileña de Deportes de la época, André Richer (secretario gral del Comité Olímpico Brasileño), me recomendó, me aconsejó no hacer ese gesto. El decía que era un gesto revolucionario, un gesto político, un gesto de socialismo” (nota a Geneton Moraes Neto, 22.06.08).
Rei no oyó demasiado pero después de levantar su brazo izquierdo, sus rodillas le negaron el resto del Mundial: jugó el 7 de junio su segundo partido (España 0 a 0) y reapareció en el segundo tiempo del partido por el tercer puesto (Italia 2 a 1). Argentina saldría campeón al día siguiente después de ganarle la final a Holanda y haber dejado en el camino a Brasil por diferencia de gol en la etapa anterior.
Sin chances de jugar la mayoría de los partidos, Reinaldo sufría en la concentración brasileña, hasta que un día la pasó lo que pasó: allí mismo recibió una carta sin remitente y fechada en Venezuela en la que se encontró con una gruesa denuncia sobre la complicidad entre las dictaduras de ambos países, un informe sobre violaciones a los derechos humanos en el marco del Plan Cóndor y datos sobre las sospechosas circunstancias de la muerte del ex presidente constitucional brasileño, Juscelino Kubitschek, en el accidente de tránsito del 22 de agosto de 1976.
Haciendo honor a la recomendación de Richer, guardó absoluto silencio y la carta en el fondo de su valija hasta que regresó a Brasil. De importancia militante, entregó la carta a Luis Gonzaga do Nacimiento Junior, Gonzaginha, cantante y compositor amigo que estaba censurado por el régimen militar.
Con la misma convicción que llegaba al arco rival o tiraba un caño, el mayor goleador de la historia del Mineirao (153), acaba de desenterrar esas historias del Mundial ’78 que siguen confirmando la tesis del estricto control militar sobre el mundo deportivo y cómo las dos dictaduras se complementaban en la rigurosidad vigilante.
Hoy, con algunos kilos de más, la cabellera más canosa y a los 51 años (tuvo que retirarse a los 28), Reinaldo es recordado, además, como un luchador que defendía el regreso de la democracia a Brasil, un jugador comprometido como aquellos que, a principios de los 80, también reclamaban elecciones desde el Corinthians, (democracia corinthiana) con Sócrates a la cabeza.
Al colgar los botines, la lacuna anteriormente tapada por la alegría del fútbol, ganó el efecto anestésico y cruel de la droga. Pero como si fuera un defensor más que quedara en el camino, “la blanca mujer” tampoco pudo vencer el Rei. Hoy es concejal en el escenario político de Belo Horizonte.
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