Tan fáciles como necesarias vienen a cuento unas conclusiones con el partido jugado y el resultado (0-1) puesto.
Siendo el error – como la muerte – algo de lo que no estamos exentos (otros agregarán que nadie muere mocho) vale la reafirmación de despejar o, cuando menos, desplazar dudas en el momento cumbre de una decisión.
Basile es esto.
Cuando uno elige la mujer que amamantará a sus hijos, por caso, lo hace a sabiendas de que – como todo individuo – viene en combo (léase suegr@, cuñad@, pasado, etc.). Se sopesa, se mide, se siente, se piensa pero, ineluctable en esta desgastada pero vigente tradición marital, llega el momento de la DECISIÓN, una elección a futuro.
Nos divertimos mucho con Julián en la secundaria porque con suma facilidad abría, mientras bailaba pegado a la puerta, cualquier Fiat 600 que se presentara estacionado ante sus ojos. Luego, el tiempo pasó, la frescura adolescente se perdió, la alegría del baile mermó, Julián creció, se pulió y sólo quedó la habilidad de abrir puertas ajenas.
La pasamos bomba con Laura; tiene un carácter muy difícil, pero en la cama nos matamos. Luego…
Basile es esto.
Se opta. Como en una esquina – lugar de blancos y negros -, se opta: por acá o por allá, no hay diagonales (exceptuando lobos y pincharratas). Después se cosecha y/o lamenta, pero en el momento, en ESE momento, se DECIDE, se proyecta.
Basile es esto. Lo sabía Grondona, el periodismo, los jugadores, el público y Basile mismo. No vamos a descubrirlo ahora (incluso cuando parte de la misma prensa que extasió a Bielsa ahora lo compara con él).
Basile es esto. Y esto es lo que se eligió, lo que se decidió en su momento sin bombos ni paltillos ni abucheos.
Basile es esto. Ya se dijo: las maneras más gráficas y elegantes salieron de boca (o pluma) de Juan Pablo Varsky y Diego Latorre: este Coco no es el mismo. Y no sólo creo que Basile es el mismo y que pretende seguir siendo el mismo, sino que por ser orgullosamente el mismo transita por donde transita hoy.
Vaya descubrimiento. Heráclito dijo que ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río hace 2500 años (En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos [los mismos]). Luego el ser humano es como el río, conteniendo sus tres edades en el mismo cauce y siempre con aguas corrientes y distintas.
Basile es esto: ¿descansar en el colchón de la jerarquía del jugador argentino para poder sobrar la pesadez del solfeo (táctica)? Es un razonamiento tan estúpido como detenerse en si toma whisky o seven up.
La búsqueda de Basile o más bien su filosofía futbolística (encolumnada en un tándem “ofensivo”) apunta más bien a “liberar” al jugador, a darle seguridad, motivarlo haciéndole reconocer sus propias cualidades con el sólo hecho de haber sido convocado a una selección. Basile considera – acaso bien en algunos casos – que la sola convocatoria es el hecho motivador por excelencia.
Basile da rienda al jugador. No llena el espacio de lo que considera superfluo. Su voz, su presencia imponente (quien haya estado en presencia del Coco lo sabe) y todos sus gestos dicen al jugador que él está aquí porque es de elite (“haga lo que sabe”). Esto se interpreta malamente como “vagancia” o “displicencia”, calificaciones que Grondona y el periodismo hubieron oído y que, sin embargo, supieron darle algún dividendo (por ejemplo ser el primer entrenador de doble proceso en la selección argentina).
La búsqueda de Basile es potenciar mediante esa “libertad” la individualidad de cada jugador dándole seguridad (incluso espacio de jactancia), para que sume al grupo en pos de un círculo virtuoso (mística e inspiración) donde caben la progresión de una flexa y cómoda convivencia, la de un progresivo ánimo lúdico que supere incluso el compromiso de responder y convalidar su propia convocatoria.
Basile es esto, lo supo lograr en más de un equipo y en la propia selección. Basile arma un campo propicio para… Entonces vienen las conocidas frases “el equipo de memoria” (que tranquiliza al crack) o “se levantaron mal los muchachos” (la inspiración) o “a llorar a la iglesia”. Basile sabe elegir las piezas para armar el mejor motor de menor mantenimiento posible. Pero el motor, para arrancar, necesita una combustión, una chispa.
Basile descansa en la jerarquía del jugador argentino: piezas de lujo para un motor de lujo. Pero no deja de basarse en la tradición. ¿Qué tradición? La tradición de “la camiseta argentina”. Basile no cambió ni va a cambiar. Cambiaron los tiempos: la tradición de “la camiseta argentina” (como el juego de selecciones) está herida de muerte. Ya no está Diego que cambia de huso horario 4 veces en una semana para jugar rengo. No está Leo Rodríguez para reemplazar a Diego. Ya no son problema las publicidades de las gorras en las entrevistas ni los uniformes de viaje.
Hoy está Messi conminado a volver sano y salvo para cobrar su sobre en tiempo y forma. Hoy está Tévez que alterna golf vespertino con su familia. Hoy está Riquelme que pide jugar olimpíadas porque le falta en su currículum personal mientras Coco debe llevarse un equipo B para cumplir firmas de la AFA con empresarios rusos. Hoy los sponsors DECIDEN lugares, fechas, rivales y no menos jugadores. Hoy, cuando no hay tiempo de entrenamiento ni de mística, hoy, cuando la tradición no se juega en la play station, hoy, es otro tiempo…
Cuando elijan a su mujer no dejen de echarle un vistazo a la suegra.
CHILE 1 ARGENTINA 0
FUTUTAPA Nº2
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