Sunday, October 12, 2008

Basile: no commander.

[nota publicada en FUTBOL TOTAL.MX.COM]

Pudimos ver en la lineal película protagonizada por Russell Crowel que las decisiones de un capitán no están contaminadas de reminiscencias personales: cuando su amigo y ladero quedó a la deriva y se vio en la encrucijada de volver por él a riesgo de naufragio o abandonarlo y seguir la agónica marcha, optó oportunamente por el bien común y el éxito de la empresa.
La última sesión de prácticas en Ezeiza con cambios novedosos entre lonas y alambrados después de la lluvia de críticas periodísticas y populares que llevaran a un respaldo grondoniano por la conservación de su puesto como entrenador, demuestran abiertamente que el partido que juega Basile es menos contra Uruguay que contra la prensa.

Es cierto que el clásico rioplatense (2-1), atípicamente áspero, húmedo y resbaladizo, atenúa cualquier determinismo en algunas conclusiones. Pero, con todo, no viene a sumar más que lineales repeticiones en la ineficacia.
Que Messi se cuida las piernas, Demichelis pifia y Tévez juga en la cornisa son tópicos solucionables. Que un árbitro juegue como lo hizo Torres puede ser una negativa pero siempre posible sorpresa que da por tierra con el plan de “dásela a Messi que lo echan”.
Pero el tronco, la raíz, la esencia del capitán de barco ensimismado, hace agua.
Quedó claro que la interpretación periodística de que el abrazo colectivo a Heinze en el empate ante Paraguay no fue un corte de manga al DT que lo había sacado en el primer tiempo sino una muestra de apoyo, afecto y condolencias al gringo por un mal momento que pudo haberlo llevado a peores decisiones personales.
Con mucha leche en mal estado y sin perder la oportunidad, la prensa le pega entonces a Basile: si lo deja en cancha porque lo deja y si lo saca porque olvida códigos.
Acto seguido, Basile tampoco pierde la oportunidad: no sólo vuelve a convocarlo sino que lo pone de titular y en el puesto donde el gringo muestra sus peores versiones: marcador de punta.
El otro asunto se llama Riquelme. Y aquí las razones de su convocatoria habría que buscarlas en lugares más oscuros que no son de fácil dilucidación pero que, de alguna manera, no dejan de responder tampoco, al drástico partido BASILE - PRENSA (que supo publicar la práctica con cambio de esquema y Riquelme separado).

En medio del caso encontramos la conocida y más que aceptable filosofía futbolística de Basile, hija de la madre oportunidad pero que a la luz de la puja, los calendarios, la falta de entrenamientos y el inevitable paso del tiempo, dejó de ser aquella que lo distinguiera positivamente.
Su postura es clara y válida: se apuesta a la oportunidad, al momento oportuno de los jugadores, ya que no hay tiempo de elaboración de equipo. De ahí los jugadores que, al volver de Europa al fútbol local, argumenten sobre la vidriera y “la oportunidad en la selección”.
Un capitán (de mar y guerra) toma decisiones por el bien común y el éxito de la empresa aun perdiendo valores importantes, lamentando convicciones o cediendo en pujas personales. Y no es el caso de este Coco, que acaso perdió audacia y juega un partido que no es el de la selección.
Una selección que viaja en un barco de capitán ensimismado, angustiado y beligerante, con las velas altas y el timón descuidado a la espera de un viento favorable (una de Messi o un tiro libre de Riquelme).
Oportuno viene del antiguo latín hablado por los marineros romanos. A la buena de Dios y sin timón quedaron a la deriva e instrumentaron velas mientras rezaban al mismo Dios del mar que enviara un ventus oportunus, un viento favorable que los llevara al portus (porto=puerto).

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