El libro es realmente inclasificable (en algunas librerías no tiene clasificación y en otras está bajo el rótulo de “humanidades”), ameno, llevadero y no menos confuso. Escrito por Damián Pussetto y Hugo Rey, periodistas cuyos nombres no figuran en las cubiertas del libro ni en los agradecimientos del Bambino (agradece a Carlos Abdo “generador de esta idea”, y a los prologuistas Víctor Hugo Morales y Fernando Niembro, quién llega a escribir en su lamentable prólogo que “jugaba igual que Maradona” y que le faltaron “representantes que, como en el caso de Diego, lo ayudaron, enderezaron su carrera, lo lanzaron al mundo”).
La edición es de buena calidad y está cuidada en todos los detalles. De estructura cronológicamente lineal, el texto es llano, sencillo (por momentos, demasiado) y claramente dirigido a un público ajeno al hábito de la lectura casi menos como un libro que como un objeto.
Se cuentan los periplos del Bambino como jugador y entrenador mixturados con un completo repertorio de anécdotas (que sin la expresión y el tinte de su voz pierden efecto) y con un mechado desfile de nombres de la farándula que llevan al personaje al borde del surrealismo, tal confeso hincha de Huracán idolatrado por la gente de San Lorenzo.
Lo mejor del libro es, en nuestra modesta opinión, el prólogo de Víctor Hugo Morales (“El Bambino volvió de donde no retorna nadie, salvo hacia una vida de bajo perfil y en los márgenes de la sociedad. Se alzó por encima de las improbabilidades convenidas. Y se sentó en los sets de la televisión, y volvió a la línea de cal, y fue nuevamente noticia.”)
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