El santoral profano argentino se viste de fiesta todos los 8 de febrero, día en que se va a saludar al Gauchito Gil, Antonio Mamerto Gil Nuñez, hombre de Mercedes, provincia de Corrientes, nacido alrededor de 1847 y que viviera los tiempos de Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga y la guerra del Paraguay. Liberales y autonomistas, celestes y colorados, se enfrentaban a diario en la intemperie correntina y los coroneles conminaban a todos alistarse. Las batallas de Ifran y Cañada del tabaco dejaron un tendal y, para entonces, el Gauchito ya había desertado del llamado del coronel celeste Juan de la Cruz Salazar. Huyó al monte y subsistió rodeando los destacamentos, robando y compartiendo botines con los pobres que le daban cabida. Fue capturado o se presentó por voluntad propia cuando fue enviado a Goya, lugar de juicio adonde nunca llegaban los acusados. Allí se esperaba su orden de perdón avalada por el coronel guaraní Velásquez y 20 firmas provenientes de Mercedes. Pero en viaje a Goya, una legua al norte de Mercedes, los tres soldados, el sargento y el prisionero Gil hicieron un alto en el camino.
No me maten, la orden de mi perdón está en camino - pidió en vano el Gauchito – vos me estás por degollar, pero te digo algo más: cuando llegues esta noche a Mercedes, junto con la orden de mi perdón, te van a informar que tu hijo se está muriendo de mala enfermedad y, como vas a derramar sangre inocente, invócame por la vida de tu hijo porque sabido es que la sangre del inocente suele servir para hacer milagros”.
Y así fue. El Gauchito, hombre muy querido en su pueblo, fue colgado de los pies y degollado (castigo de los desertores) con su propio cuchillo. El sargento encontró moribundo a su hijo y después de invocar a su víctima vio el milagro de su curación.
Santo distinguido de las clases humildes y muy conocido en las provincia norteñas argentinas, el Gauchito Gil tiene su templo de construcción espontánea y aditiva en la propia Mercedes, donde predomina el rojo y donde ahora también está, entre tantas ofrendas, la camiseta de Rácing de Franco Sosa. que hiciera posible la primera victoria de la Academia en el torneo.
No me maten, la orden de mi perdón está en camino - pidió en vano el Gauchito – vos me estás por degollar, pero te digo algo más: cuando llegues esta noche a Mercedes, junto con la orden de mi perdón, te van a informar que tu hijo se está muriendo de mala enfermedad y, como vas a derramar sangre inocente, invócame por la vida de tu hijo porque sabido es que la sangre del inocente suele servir para hacer milagros”.
Y así fue. El Gauchito, hombre muy querido en su pueblo, fue colgado de los pies y degollado (castigo de los desertores) con su propio cuchillo. El sargento encontró moribundo a su hijo y después de invocar a su víctima vio el milagro de su curación.
Santo distinguido de las clases humildes y muy conocido en las provincia norteñas argentinas, el Gauchito Gil tiene su templo de construcción espontánea y aditiva en la propia Mercedes, donde predomina el rojo y donde ahora también está, entre tantas ofrendas, la camiseta de Rácing de Franco Sosa. que hiciera posible la primera victoria de la Academia en el torneo.
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