Uno de los fracasos más “rotundos” de Carlos Salvador Bilardo, actual Secretario de Deportes de la Provincia de Buenos Aires (cargo de rango ministerial) se dio en las vísperas del Mundial 86, cuando llevaba tres años en el cargo de entrenador de la selección argentina que de la mano de Diego Maradona se coronara campeón mundial.
La indumentaria de la selección era fabricada entonces por la marca francesa “Le Coq Sportif”, empresa con la que el DT supo comunicarse para pedir la inclusión de un bolsillo en la parte trasera de cada short (negro) entregado.
La idea había tomado cuerpo unos años antes, cuando en 1983, sin sede fija, se celebraba la 32º edición de la Copa América (torneo que Argentina no ganaba desde 1959 cuando Pizutti y Pelé ponían el 1-1 en Ríver). El debut fue el 10 de agosto en la altura de Quito, donde Argentina enfrentaba al local de Ecuador. El equipo salió a jugar y alguien (Miguel Angel Russo?) dejó varios pedazos de limón junto al palo del arco argentino que defendía Nery Pumpido para que cada jugador se sirviese y mascase durante el partido y poder, con la saliva obtenida, escupir con mayor holgura a sus rivales.
El plan falló: los ecuatorianos se robaron los limones (y el partido terminó 2-2, idéntico resultado que en Buenos Aires y que eliminara a Argentina).
Los franceses de Le Coq Sportif denegaron la solicitud de Carlos Salvador Bilardo y así los muchachos nunca pudieron salir a jugar portando limones en los bolsillos.
La indumentaria de la selección era fabricada entonces por la marca francesa “Le Coq Sportif”, empresa con la que el DT supo comunicarse para pedir la inclusión de un bolsillo en la parte trasera de cada short (negro) entregado.
La idea había tomado cuerpo unos años antes, cuando en 1983, sin sede fija, se celebraba la 32º edición de la Copa América (torneo que Argentina no ganaba desde 1959 cuando Pizutti y Pelé ponían el 1-1 en Ríver). El debut fue el 10 de agosto en la altura de Quito, donde Argentina enfrentaba al local de Ecuador. El equipo salió a jugar y alguien (Miguel Angel Russo?) dejó varios pedazos de limón junto al palo del arco argentino que defendía Nery Pumpido para que cada jugador se sirviese y mascase durante el partido y poder, con la saliva obtenida, escupir con mayor holgura a sus rivales.
El plan falló: los ecuatorianos se robaron los limones (y el partido terminó 2-2, idéntico resultado que en Buenos Aires y que eliminara a Argentina).
Los franceses de Le Coq Sportif denegaron la solicitud de Carlos Salvador Bilardo y así los muchachos nunca pudieron salir a jugar portando limones en los bolsillos.
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