El sustantivo “eliminatorias” es por demás terminante: juegos y disputas por eliminarse de las finales de la Copa Mundial. Como algunas fechas conmemorativas que recuerdan al homenajeado en el día de su muerte y no en el de su nacimiento, el término “eliminatorias” viene a afirmarse sobre los “eliminados” y o sobre los “clasificados” de una “clasificación” a las finales de la Copa Mundial. De todas maneras, cualquiera de las dos denominaciones viene a alertarnos, muy de antemano, que aquí se juega por los puntos y todo lo que ellos implican.
Pedir espectáculo en una clasificación mundial suena desmedido. Pedir elegancia, floreo, gala o distinción sigue siendo desmesurado. A esta altura y en estas instancias el límite de las exigencias está preconcebido. Pero existen dos límites (un matemático podría hablar de máximos y mínimos): un límite inferior o mínimo aquí se traduce en entrega, compromiso y concentración. Perseverancia, fervor y sacrificio no pueden faltar en una fase “eliminatoria”.
Pocas veces han dolido los ojos al ver jugar a la selección argentina. Porque nuestro juego mixto, una suerte de particular combinación de técnica y garra, tuvo, las más de las veces, hombres y nombres para plantarse en un campo de juego de modo tal que, si las cosas no salen del modo elegante, salgan del modo rústico o, cuando menos, se deje el césped regado de transpiración en el intento.
Argentina le ganó a Venezuela en Maracaibo. Mantuvo su valla invicta y “no se despeinó” en el “trámite”. El no ser amigo de las estadísticas históricas me quita el aval para decir que Argentina “debe” vencer a Venezuela, un rival “accesible” (que jamás venció a Argentina oficialmente) en toda previa. Del mismo modo, en esta postura, tampoco puede evaluarse el verdadero alcance de esta victoria, siendo apenas la segunda fecha y que Venezuela viene de vencer a Ecuador de visitante. Y de ahí, al no poder prever el alcance de estos puntos y goles, las preguntas: ¿por qué Argentina hizo el papel que hizo? ¿por qué caminó la cancha? ¿por qué no buscó una diferencia de goles a manera de alcancía? ¿Por qué Riquelme juega 90 minutos si no tiene aire? ¿Por qué Messi se da el lujo de elegir no convertir un gol y dar un pase en el área chica que no fue entendido? ¿por qué esa cantidad desmesurada de pases en retroceso?
Duele ver a jugadores como Messi y Tévez remontando la cancha desde tres cuartos hasta el arco de enfrente en una soledad que los obliga a driblear demás y equivocarse; como Zanetti se ata la pelota al pie y la traslada hasta la puerta del área para terminar retrocediendo y conformar un abanico menos de fútbol que de handball; la parsimonia y la pasividad del mediocampo argentino cuando el partido está lejos de definirse; a Mascherano dentro del área definiendo de zurda a cualquier parte mientras Riquelme está parado en el círculo central; a Messi arrancando desde campo propio; a Tévez esperando que lleguen compañeros para descargar hacia atrás.
Si Basile juega con “enganche” vale la pregunta: ¿qué engancha Riquelme? ¿las dos líneas de cuatro? ¿las bandas?
Si Basile juega con línea de cuatro defensiva ¿por qué no pone un marcador de punta izquierdo?
¿Van a decir que Argentina reguló? ¿Qué juega según la exigencia que le presenta el rival? ¿Qué duerme el juego y te pega el estiletazo? ¿Qué no le hace falta más? ¿Qué cuida los jugadores? ¿Qué no hubo descanso? ¿Qué la temperatura es alta?
Argentina, que no sabe a qué juega, descansa sobre su nombre y el respeto que su camiseta impone. Argentina no tiene ni ideas ni conducción. Acaso alcance para clasificar y poco más.
ARGENTINA: Abbondanzieri; Ibarra (Gago), Demichelis, Milito (1 gol), Burdisso (Díaz); Zanetti, Mascherano, Cambiasso, Riquelme; Tévez (Denis), Messi (1 gol).
NOTAS: Bien plantado Demichelis. Impresentable Burdisso. Riquelme no cumple su función. Abbondanzieri no da seguridad.
No comments:
Post a Comment