Courneya y Carron (1992) y Nevill y Holder (1999) dan sus reseñas. El concepto de la ventaja de ser el equipo local aplicado exclusivamente al fútbol fue escrito por Dowie (1982) basándose en el éxito de los países que hospedaron la Copa del Mundo y consideró tres posibles causas de la ventaja de jugar como local en el fútbol: fatiga, familiaridad y aficionados con un número de respaldo de 64%.
Un posterior artículo de Pollard (1986) amplía la base de análisis como punto de inicio, ensanchando el marco con tópicos como el apoyo de los aficionados, la fatiga de viaje, la familiaridad, la parcialidad del árbitro, la táctica y los factores psicológicos.
Barnett & Hilditcht (1993) incluyen la superficie de la cancha. Clarke & Norman (1995), la distancia viajada. Nevill (1996), la cantidad de aficionados. Balmer & Williams (2002), la parcialidad del árbitro.
La casi totalidad de los estudios en cuestión se basan en estadísticas sobre ligas y competiciones europeas y los números de ventaja local oscilan entre el 60 y el 65%, supèriores en comparación con otros deportes como el básquet (NBA, 59.9%), el hóckey (54.5%) o el rugby (58.5%).
Clarke y Norman (1995) concluyen que no hay relación con el tamaño de la multitud. Pollard (1986) estima una distancia límite de viaje de 320 kilómetros. Se estima la “familiaridad” en especial atención al viento y al asoleamiento. Neave & Wolfson (2003) definen la “territorialidad” como “la respuesta protectora a una invasión del territorio percibido por uno”. Se encontró, según dice, que los niveles de testosterona de los jugadores eran significativamente más altos antes de un partido que era jugado como local que antes de un juego jugado afuera, especialmente para los arqueros.
Digamos que la ventaja local existe y es clara. El fútbol argentino no es la excepción a la regla y la última edición de la Copa Libertadores de América demostró que la condición de localía es uno de los factores fundamentales a la hora de especular con los rendimientos y los números (véanse las estadísticas de Boca Júniors, último campeón, y la cantidad de partidos perdidos en condición de visitante).
Digamos también que las diferentes dimensiones de los campos de juego, la cercanía de las tribunas, los verdaderos climas hostiles, los pasadizos secretos en las instalaciones de los clubes, los estados de los campos de juego inciden en el juego. Grupos que se fortalecen en la adversidad y grupos que se dividen bajo presión hacen imposibles las generalizaciones.
River se dio el gusto de volver a ganar como visitante después de casi cinco meses. Curiosamente, el último éxito en esta condición había sido por la 16ª fecha del Clausura, cuando los millonarios vencieron también a Gimnasia, en La Plata, por 3 a 0, el 27 de mayo último. Desde entonces, pasaron ocho partidos afuera de Núñez, con cuatro empates y cuatro derrotas.
Pero no es menor el dato de que Ríver salió mentalizado, como pocas veces, a ganar. Así como en el tenis el quiebre de saque sólo vale después de defender el saque propio, Ríver hizo valer el triunfo del superclásico que a su vez hizo valer el triunfo ante Botafogo (Sudamericana), que a su vez hizo valer la explosión de Falcao que a su vez dio espacio a la inclusión de Buonanotte, a una cierta recuperación de Ortega y a un no menor orden defensivo.
No olvidemos que el torneo argentino es un sube y baja. Que Passarella no tiene espacio y que, acaso, después de tanto tiempo, deje un equipo bien armado.
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