Saturday, June 4, 2011

Batista en la Selección Argentina.


04.06.2011 - Si el puesto de entrenador tiene sus focos, el de entrenador de la Selección es la madre en el banquillo de un país como Argentina, donde los entrenadores trabajan de otra cosa. Cómo si de una elección pública se tratara las (más variadas) voces se alzan con certeza de derecho y convicción de razón apuntando al ocupante (de turno) del puesto en cuestión. Y como lejos de cualquier elección pública el cargo es decidido por el dedo señalador del presidente (AFA) Julio Grondona, las opiniones se multiplican.

Así las cosas, Sergio Batista, haciendo experiencia en el oficio, aprendiendo a manejar su imagen pública, el twitter, el facebook y a tratar de plasmar un concepto de juego y dirección tiene por estas horas, el amplificado mar de fondo producto de (novatos) errores vestidos de “estudio”. Y, por primera vez desde su asunción, luego de la caída 1-4 frente a Nigeria, salió a enfrentar la batalla dialéctica en los medios.

Apenas terminado el partido Nigeria 4 Argentina 1 en Abuja, los medios (deportivos) argentinos y de todo el mundo titularon como “papelón” y toda la gama de sinónimos acorde al carácter de cada cual, la presentación de Argentina “B”.

Allí, cada vez más viejo, más cercado y más rápido de reflejos, Grondona salió a despegarse del asunto: “No se puede rifar el prestigio de la Selección”.

Buscando causas y pensando en la ingeniería marketinera destinada a recaudar fondos de la marca “Selección Argentina”, nosotros twitteábamos:


Y como si de un diálogo se tratase, Grondona volvió a salir para dejar en claro que “a estos partidos los pide Batista”.

A esto se sumaron los exégetas Matías Almeyda ("Últimamente se hizo muy fácil jugar en la selección") y Diego Maradona (“No veo películas de terror”).

Batista empieza a degustar el combo del cargo: viajes, reuniones, cenas, ciudades, notas y fotos, los canapés institucionales combinadas con “pepinos”, fallidas presentaciones virtuales, contradicciones públicas (Tévez), pobres discursos conceptuales y graves yerros de dirección; las mieles de la victoria y el lodo de la derrota, tan determinantes en el país de los técnicos que manejan taxis y separadas por la más mínima de las fronteras.

El mismo Batista que se subió (sutilmente) al discurso avasallador contra la gestión de Diego Maradona pasó, casi inmediatamente, al otro lado del mostrador.

Sin tiempo (y sin experiencia), en la gestión más corta de las últimas décadas, Maradona (DT) tomó un plantel partido, en franco declive y en serio riesgo de no clasificar al Mundial 2010. Con sus bemoles lo clasificó, lo unió, pasó la primera fase y los octavos con un juego convocante, estuvo a punto de empatarle a Alemania en cuartos (Di María) y terminó, a todo o nada, eliminado por 0-4.

A esa delgada línea que transitó Di María y que en el inexperto Maradona (que nunca empató un partido en su gestión) significa victoria o derrota, fue derrota con mayúsculas.

En efecto, con aires de refundación típicos del inexperto, Batista entró al cargo poniendo la gestión de Maradona entre palabras “frustración” y “fracaso” haciendo un mágico dribbling a su propia y previa mancha negra: no clasificar al Mundial juvenil de Egipto, la categoría en que Argentina ostenta la mayor cantidad de títulos mundiales.

Ahora, del otro lado del mostrador, Checho se sorprende: “Nunca creí que se armaría tanto problema. Se perdió un partido y nada más, pero parece que en Argentina no se puede perder. Sería más cómodo quedarme en mi casa.” (Si vos los decís Checho…)

Batista hace otro dribbling a los archivos y (ahora) encuentra que en el fútbol argentino “se va de un lado para el otro y las críticas apuntan a crear problemas que le hacen bien”.

Y entonces les contesta a Almeyda y Grondona (en ese orden): “La camiseta argentina no se la pone cualquiera. El prestigio no se pierde por un amistoso sino en otro tipo de competencia” y recuerda que en Brasil 2014 “se van a cumplir 28 años sin ganar un Mundial”.

A remarla Checho, hasta que los brazos te den o te dejen intenarlo...
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