Monday, April 4, 2011

Rácing vs Laverni.


04.04.2011 - El combo de Saúl Laverni, de los más flojos y soberbios árbitros argentinos, vino a atenuar, confundir o disgregar el combo de Rácing. Este Rácing que, aún sin su figura Giovanni Moreno, empezó el presente Clausura con todas las luces, goleando y gustando. Bastó que sacara chapa de candidato para volver a caer (?) o, en realidad, no curó la crítica ciclotimia que lo asalta una y otra vez (?).

Este Rácing juega bien, trata la pelota, lanza laterales, coordina y también hiere. Tiene buenos jugadores, un entrenador con criterio y un marco que acompaña. Pero es débil mentalmente, no maneja los partidos y cae ante el menor infortunio.

El asunto se vio contra Olimpo (partido que no perdió por haber marcado 4 goles): en diez minutos recibió 3. Así fue con Lanús (1-4) y este sábado con Tigre (1-2); partidos menos ganados por el rival que perdidos por sí mismo. Desacoples, desconcentraciones, cansancio y casi resignación en los segundos tiempos. El equipo ofensivo (3 delanteros) se vuelve descompensado.

Se encuentran causas o excusas, virtudes del rival (Estudiantes), fallas puntuales (el arquero De Olivera), nerviosismo, mala suerte y, ahora, Laverni.

Fue clara la manipulación del partido por parte del árbitro. La irritación que causan sus actitudes y manejos es demasiado para este Rácing de mente liviana. Si bien Tigre abrió el marcador antes del alevoso set arbitral, no puede negarse que influyó en el desenlace del partido.

Para entender lo que para algunos comentaristas fue correcto (o no incidental) vale leer un párrafo del ex árbitro Demaro.

“Entre los árbitros de fútbol es muy común hablar de manejar un partido, por lo que es dable aclarar que significa esta terminología en dicho ambiente. Pues bien, los que estuvimos arbitrando durante muchos años en distintas categorías, hemos podido observar unos cuantos hechos curiosos: usar criterios distintos en jugadas similares; sacar amarillas con prontitud, en especial a los defensores de un mismo equipo, comenzando a tenerlos cautivos y generando nerviosismo en dichos jugadores; sancionar siempre para el mismo lado en las llamadas pelotas divididas; cortar el juego reiteradamente, sin aplicar la ley de la ventaja o aplicándola cuando se debería sancionar; cobrar todo tipo de infracciones lo más cercano al arco del rival posible, lo que también va creando un clima de nerviosismo que luego concluye con expulsiones, a la vista correctas, pero que fueron provocadas por un proceder incorrecto.

El jugador se va percatando minuto a minuto de dicho manejo y es muy poco lo que puede hacer, sin correr el riesgo de ser expulsado. En nuestro ambiente, como en todos los ambientes, todos sabemos quién es quién y muchos espectadores de fútbol también lo captan.”



Cierto: tanto el arbitraje de Laverni como la levedad de este Rácing.
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