Cuánto hablamos del amor a la camiseta y de su muerte. Cuánto de la desproporción económica entre nuestro fútbol y el europeo. Cuánto de la busqueda del progreso individual por sobre el de grupo o del sufrido hincha estafado por corporaciones monopólicas.
Valga el cuento, cuanto menos por casualidad, de que Gimnasia y Esgrima La Plata se quedó en Primera División de manera inverosímil y de que Rosario Central, también con poco fútbol, sorteó las puertas del infierno.
Valga el cuento de que el chico Niell (GELP) hizo dos goles en los últimos dos minutos del partido, de cabeza y midiendo 1.62, cuando no había embocado en un año de fútbol.
Valga contar que el canalla Zelaya empató el partido al minuto de que Belgrano se pusiera en ventaja, quizá en el único momento posible para empatar.
Y valga saber que atrás de Niell hubo HINCHAS de Gimnasia (Pampa Sosa, Messera, Chirola Romero) que le acercaron la pelota.
Y que Zelaya encontró el gol rosarino en un rebote, después de un bombazo de 30 metros, del unánime Killy Gonzalez.
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