Monday, September 28, 2009

A qué juega Caruso?

Hablar de un equipo de Caruso sin las distorsiones del dime y el direte puede ser un horizonte demasiado ambicioso. Porque el combo Caruso – periodismo mediante - así logró instalarse. Entonces el que parece simpático –rubio de ojos celestes – entre las burbujas del festejo puede tornarse altamente irritante en la espesura de la derrota.

“Hoy no me van a poder decir que el equipo fue mezquino”

Dice Caruso en la conferencia de prensa, como si el resultado, el juego, el promedio y todo Rácing estuviesen detrás de su planteo contestatario (?)

Contestatario porque parece haberse hecho (el 3-4-1-2) sólo para respaldar la (contestataria) frase que responde a las acusaciones (y temeraria etiqueta) de “mezquino” y que, además, tiende a despegarse del resultado, el juego, el promedio y el equipo.

“Yo estoy convencido de todo, son los jugadores los que se tienen que convencer”

No deja de impactarme la locuacidad caruseana: terminando el torneo anterior, cuando la fiesta (con Migliore, Shaffer, Zucculini y Sosa) era fiesta y retroalimentación positiva, Rácing le ganaba a Rosario Central (rival directo por el descenso) con un gol de Franco Sosa de tiro libre a poco del final y Caruso, de verborragia dirigida, encontró la manera de adosarse al triunfo. Por su puesto no hablando de volumen ni línea de juego sino de un modo más llano e intuitivo (?):

“Había un tiro libre y lo ví… le dije a Sosa andá vos”

como si Sosa no fuese el encargado de las pelotas paradas.

Ahora bien. Un gran responsable de la levantada hercúlea del Rácing del clausura hoy se ve (con 4 empates, 2 derrotas y 4/18) en un cul de sac (?).

Porque los “buenos” se fueron, Rácing cobró un dinero necesario y confió plenamente en su avalado encargado de fútbol.

Y llegaron, bajo la confianza en su escrutador ojo cazatalentos que mira donde otros desprecian: Cristian Tavio (Arsenal), Brítez Ojeda (Los Andes), Javier Velázquez (Defensores Unidos de Zárate) y Pablo Santillo (Barcelona de Ecuador) entre otros. Todos entre 1.83 y 1.87 m de altura, por la consabida importancia que el DT le da al juego aéreo (léase centro a la olla).

Molina (presidente), que cumplió en la popular y prometida medida de no alquilar el estadio al archirrival, dejó libre albedrío – resultados logrados mediante – al esquema del entrenador (no sea que este Caruso encuentre el principio del hilo de Ariadna de nuestro fútbol y quintupliquemos pases de jugadores ignotos que no supieron ser vistos ni llevados).

Y así son las apuestas. Y así juega Rácing. Sin línea ni volumen, sin concepto más que el de defender con uñas y dientes, poner y poner, cuidar el cero y después vemos… todos a (la lotería) del área, va el centro a los lungos, así como Palermo y Schiavi en la eliminatoria.

Los resultados de Huracán (último y subcampeón con el mismo DT) confirman, una vez más, que el fútbol es de los jugadores. Shaffer no es Cahais, Brítez Ojeda no es Zuculini y Cáceres (que se destaca) no es Franco Sosa.

Si al básico concepto de Caruso le sumamos delanteros como Luguercio (tan voluntarioso como ineficaz) y Castromán (irreconocible) podemos decir, sin temor a reveses drásticos, que Rácing está verdaderamente en el horno.

Entonces nuestro folkórico Caruso sale a hablar de Gallego acaso para llenar y multiplicar páginas periodísticas en direcciones inverosímiles mientras Rácing se sigue hundiendo en su propia olla.

RACING 1 INDEPENDIENTE 2: GOLES

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