Tuesday, February 5, 2008

Superclásico.


El contrato asegura un superclásico con revancha, dos superclásicos en distintos lugares del país; muy secundaria es la formalidad de si constituyen parte de uno, dos o ningún torneo. Dos eventos, con sus correspondientes organizaciones, ventas televisivas, publicitarias y localidades. Ya se analizaron los balances de los torneos de verano cuyas diferencias máximas se encuentran entre la festiva facturación de las empresas y el lánguido nivel futbolístico desarrollado (apenas un apéndice en las carpetas del evento). Los equipos de pretemporada y sin plantilla completa no pueden dejar mucho más en las canchas. Los últimos veinte minutos de juego con veinte hombres caminando por una prolija plaza remiten a las secuelas del doble turno. La bolea que traspasa el alambrado de la cabecera a la falta de fútbol y a una discontinuidad que, de tan rotunda, llegan a erosionar la técnica (?), algo así como olvidarse de andar en bicicleta.

Entre tanto, una carencia: si bien el espectador tiene a disposición su butaca para sentarse como en el teatro no se le entrega un programa a la entrada, con los respectivos patrocinadores y la lista entera de los planteles actuantes para poder distinguir y conocer a los actores, tamaña cantidad de suplentes y juveniles.

En este marco estival se dieron los dos superclásicos de rigor en un equilibrado reparto de puntos. Boca, 2 a 0 en la ida (Mar del Plata). Ríver, 3 a 2 en la vuelta (Mendoza). En estos casos (atípicos?) todos los titulares en cancha (también de pretemporada) con ausencia de figuras exportadas y presentación de nombres repatriados. Recaudaciones y estadio a tope. Espectáculo garantizado: color, récord y emoción. ¿Fútbol?

Ríver y Boca, sobretodo en la revancha, hicieron vibrar al público, intercambiaron goles y dominio en un partido emotivo. El calificativo de “emotivo” puede ser en estos tiempos algo así como el paralelo al calificativo de “simpática” para la mujer poco agraciada que acaban de presentarte, la que suplanta con gracia o artificios la carencia de dotes naturales. Con todo, el superclásico sigue siendo uno de los 50 espectáculos recomendados como imperdibles en todo el mundo; porque la pasión y el clima con que se vive no son vistos en ningún otro sitio, porque la rivalidad está muy viva, porque el color y el clamor estremecen. Pero todo esto ocurre en las gradas, en derredor, fuera del césped, dentro del unánime espectáculo.

FOTO: Maradona - Passarella, 1981 / Gracián - Abreu, 2008.

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