Pero San Lorenzo no ganó en lo que va de 2008: 8 presentaciones y 5 derrotas dejan de ser anecdóticas, porque en el año del Centenario, entre bambalinas, está preparado el banquete.
Y San Lorenzo volvió a no hacer goles. Más de 400 minutos sin hacer goles. El último lo hizo Bernardo Romeo en los juegos del verano en Mar del Plata (23 de enero, 1-1 vs. Independiente). Desde entonces todas derrotas salvo anoche: un 0-0 con Cruzeiro, peor que una derrota.
Y en Bernardo Romeo me detengo. Porque anoche San Lorenzo pudo perder el partido pero también ganarlo, quiero decir, hubo situaciones en las dos áreas. Y las más claras de San Lorenzo pasaron por Romeo. Sí, Bernardo Romeo, el mismo que entró en el minuto 67 en reemplazo de Gonzalo Bergessio.
¿Es que hasta entonces San Lorenzo no había generado situaciones de gol? Sí, las generó y las acompañó de tan fallidos retrocesos que provocaron los espacios para que Cruzeiro le llegara con cuatro, cinco y hasta seis atacantes.
Distingo las llegadas de Romeo porque fueron las dos posibilidades netas de gol que tuvo San Lorenzo, dos centros al área chica que encontraron al goleador ubicado. Por un lado aplausos para él por estar en el lugar indicado en el momento oportuno. Pero de manera inverosímil, y más aun en su oficio, terminó errando las definiciones: dos centros a media altura (uno de la derecha y otro de la izquierda) lo encontraron en el área chica frente a un arquero entregado y sin embargo erró en el cálculo de la llegada de la pelota: una que saltó a cabecear le pegó en el muslo y otra que venía a media altura la fue a buscar erróneamente en palomita.
No es algo ordinario. Tampoco es algo casual. Lo dijimos: no quisiera estar en los pantalones de un jugador de San Lorenzo esta noche. La presión que había en el Gasómetro era soportable para muy pocos. Y se lo vio a Romeo apenas entró. Se lo vio en su semblante, en su impaciencia, en su modo de desplazarse y de protestar, incluso en los primeros planos de televisión. Tan apurado y ansioso como el resto del equipo… pero entrado de suplente reemplazando al flamante refuerzo (Bergessio) que se fue muy aplaudido, falto de confianza, titubeante, en definitiva como el resto del equipo, pero ocurre que en el goleador – como en el arquero – esos temblores son indisimulables y quedan muy expuestos.
Este trabajo anímico de Ramón Díaz – acaso su única receta - se pasó de vueltas y se volvió nocivo. El fútbol también es un estado de ánimo y este plantel nunca estuvo desmotivado sino al contrario. El plantel está sobreexpuesto, sobrevalorado y sobreexcitado. La competencia individual en la calesita de nombres entre resultados negativos no potencia el plantel y llega el momento en que el tiempo – sin resultados - se vuelve también en contra.
Bernardo Romeo rescindió contrato con el Osasuna para volver a sentir el clamor azulgrana de sus mejores momentos, volvió de una gris temporada (8 goles en 33 partidos) y se encontró algo desorientado en un ámbito muy distinto a aquel San Lorenzo que hubo dejado.
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