Wednesday, September 19, 2007

Ardiles: extranjero en su tierra.

Habían pasado unas horas desde que el poste derecho de Fillol devolviera la pelota que lanzó Rensenbrink hacia el gol. Después Kempes, rebote, gol, vuelta al arco, brazos abiertos, Bertoni, ¿qué es esto? Festejos ¿cómo se festeja esto?, el palco, Videla, Massera, Agosti, la hilera de espaldas, grupos de tareas, camisetas ceñidas, bastones gruesos, falcon verde, shorts cortos, números raros (por orden alfabético), manos estrechadas, secuestrados, sobretodos, la Copa, Passarella, Bertoni, los bigotes de Larrosa, picanas, vuelta olímpica, papelitos, un llanto de bebé, el “gran capitán”, todo en blanco y negro (muy pocos tenían tv color).
Horas pasaron.

El obelisco se superpobló para terminar de instituirse como panteón de festejos porteños. Bocinazos, gritos y cornetas, alaridos, golpes y ojos vendados. Los jugadores rieron, cantaron, se bañaron. Se encontraron reunidos... ¿qué es esto? ¿y ahora? ¿cómo se festeja esto?¿Cada uno a su casa? Los cordobeses a Córdoba, Kempes a Valencia, el resto a pasos de Buenos Aires.
Horas después alguien se acerca a Osvaldo Ardiles para decirle “Te vas a España”.
¿España?
España, Francia, Italia; desde hace cincuenta años jugadores argentinos cruzan el Atlántico para reencontrarse con el original mundo latino, todos son buenos destinos; acaso España salva el idioma.
En horas posteriores Ardiles recibe un llamado telefónico de los directivos de Huracán: hay contactos ciertos para que vayas al Manch
ester City con Julio Villa.
¿Inglaterra?

Los ingleses quedaron impactados con la revolución que Menotti produjo en el fútbol argentino y Ardiles – venido de Huracán, subcampeón de 1977 – fue uno de sus valores predilectos (nada menos que en el puesto de Juan José López).
Horas más tarde le llega, vía telefónica, la oferta económica y la cita en el Hotel Libertador de Buenos Aires. Allí le presentan a Harry Haslam, entrenador del Sheffield United, intermediario junto a sus contactos argentinos Oscar Arce y Antonio Rattín. Ardiles se entera de que ahora es el Tottenham el posible comprador de su pase. En poca horas, cuando el eco de los gritos argentinos aun zigzaguean por el microcentro porteño, el Pitón cambió su hoja de ruta de España a Inglaterra y de las afueras a Londres.
¿Londres?

Haslam le presenta
a Ardiles a “un hombre alto y calmo que me miró y me dijo con firmeza: todo va a salir bien”: Keith Burkinshaw, directivo del Tottenham (avisado por el ex entrenador Hill Nicholson del puente tendido a los argentinos hacia Inglaterra). En las horas siguientes directivos del Arsenal hicieron peligrar el acuerdo que finalmente se firmó en el mismo Hotel porteño.
Horas después (2 de julio, 1978) Brian Glanville termina con los rumores británicos al dar la primicia en el Sunday Times. Bajo e
l título “Con olor a Rattín” publica que Julio Villa va al Manchester City, Osvaldo Ardiles al Sheffield United y que Leopoldo Luque estaba disponible por poco más de ochocientos mil dólares. Horas de rumores, informaciones falsas, desmentidas y connotaciones culturales poblaron las secciones deportivas de los medios británicos hasta que el 11 de julio sale a la luz la verdadera historia en la contratapa del Sun: “¡El Spurs dio el golpe!”, Osvaldo Ardiles y el “duro” Ricky Villa al Tottenham Hotspur por un millón doscientos sesenta mil dólares.
(Acoto aquí sobr
e los apelativos a Villa. Si bien el “Ricky” no le caía del todo bien a quien sabe llamarse Ricardo detrás del nombre de pila Julio, el mote de “duro” no pudo ser más exacto. Esto pude comprobarlo en un partido de fútbol en Ezeiza, cuando me topé con una pared en el centro del campo que era el mismo Julio Ricardo Villa ya retirado del fútbol preofesional.)

Treinta años después (tantas horas) podemos recordar lo insólito que fueron esos traspasos. España, Francia e Italia, el mundo latino, fue desde siempre el destino – más que habitual, único - de los jugadores argentinos exportados. Nunca nadie, hasta entonces, había emigrado a Inglaterra. Del mismo modo no llegaban jugadores por mar a las islas británicas. Los clubes no contrataban estrellas europeas y los únicos extranjeros que participaban en la liga inglesa eran escoceses, irlandeses y galeses. El Sun publicó un exacto vaticinio: “La Liga nunca volverá a ser la misma. De la noche a la mañana alcanzó un rango internacional” y dio la noticia que conmovió al mundo futbolístico internacional."
Por otra parte, El Guardián, al publicar en su tapa los entretelones del acuerdo económico, se instituyó como precursor de este subgénero pseudoperiodístico que, entre falsas informaciones generadoras de falsas expectativas y mayores ventas, cubren los supuestos pormenores de los culebrones empresarios que, entre intrigas, chicanas y falsos informes, sólo tienen un interés relativo de presión para el reducido grupo que conforman.
Osvaldo Ardiles, con cuatro años de la carrera de Derecho en su haber y criado en la rivalidad futbolística anglo-argentina desde 1966, supo que el gobierno argentino había retirado a su embajador de Londres a causa de los asuntos del Canal de Beagle y las islas Malvinas. “Al llegar a Inglaterra sentí algo de temor; pensé que la recepción iba a ser mucho más fría, que los latinos éramos mucho más divertidos. Pero todo salió bien, la gente se comportó con mucha calidez.”
El Pitón supo acomodarse en Londres donde pasó varios años jugando para el Tottenham Hotspur Football Club. No dejó de posar en la Torre Eiffel, jugando para el París Saint Germain y el Saint George (¿París?) para volver a la isla al Blackburn Rovers, al Queen Park Rangers y terminar en Swindon Town, donde empezara su ciclo de Director Técni
co. Desde entonces dirigió el fútbol de Newcastle United, West Bromwich Albion, Tottenham Hotspur (Inglaterra), Chivas de Guadalajara (México), Shimizu S-Pulse, Yokohama Marinos y Tokio Verdy (Japón), Croatia Zagreb (Croacia), Al-Ittihad (Arabia Saudí), Rácing Club (Argentina), Beimak y Beitar Ierushalaim (Israel).

Su performance como entrenador no iguala en lauros a la del jugador. Viene de rescindir contrato con el polémico y millonario propietario del Beitar, Arkadi Gaidamak, que invirtió 20 millones de dólares para campeonar y mientras termina de cobrar la indemnización (300.000 dólares según unos, 950.000 según otros) resuena el eco de las quejas que lo ponen como un hombre "blando y demasiado silencioso, al que no se puede molestar cuando hace la siesta".
"Yo no soy de los que gritan e insultan a sus jugadores; sé de fútbol más que todos los que me critican" – responde.
Si bien no dejó de visitar la Argentina (su estadía en Rácing fue muy breve) y alguno de los países en que trabajó, las horas más largas de sus últimos 30 años las pasó en Inglaterra. Hoy vuelve a Argentina – una Argentina distinta - a transitar los pasillos del Palacio Tomás Ducó, como en 1977. "Estaba en Inglaterra, me llamaron y dije que sí sin pensarlo dos veces. Pesó mucho que haya sido este club, que me catapultó a la selección."
¿Parque Patricios?

Massera y Agosti muertos como otros 30.000 desaparecidos. Videla en prisión domiciliaria comulgando en una iglesia de Belgrano, Argentina empobrecida, Bertoni excedido de peso, Kempes comentando en televisión, Huracán recién ascendido de la B, la hinchada extrañando al Turco Mohamed, el “inglés” Babington, compañero de equipo entonces, ahora en la presidencia del club. Club pobre, sin agua caliente en las duchas, sin resto para concentrar en el interior.
La gente recibe a Ardiles con la calidez hecha aplausos. Dos derrotas como primera medida dejaron horas de zozobra, pronósticos funestos y humoradas de dudoso gusto - nadie conoce a Ardiles, el Pitón, Ossie, extranjero en su propia tierra. Hasta que llegó el primer grito. En el tercer intento Huracán ganó su primer partido (2-1 al ascendido San Martín de SJ) bajo la dirección de Osvaldo Ardiles.

Continuará...

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