Monday, April 2, 2007

La aventura de Román

Técnica, elegancia, pegada, panorama y precisión constituyen su estilo ya reconocido en el mundo del fútbol. Sin embargo no es una paradoja discutir al estratega del Boca Júniors multicampeón de los `90, proclamado mejor jugador sudamericano de 2001, fichado por el Barcelona F.C. en 2002 y comandante de la selección argentina en Alemania 2006.

La aventura de Román comenzó en el club La Carpita de San Fernando donde alternaba juegos y entrenamientos con las carpetas del colegio, pocos años antes de que Maradona levantara la Copa del Mundo en México 86. Acaso no imaginó compartir vestuario con él y menos reemplazarlo en su despedida del fútbol.
Viendo las condiciones de Román, “el nene”, los adultos de su entorno se movieron para conseguirle club y la mayor cantera de talentos de entonces lo atrajo a la ciudad de Buenos Aires.
Román se inició en las inferiores de la Asociación Atlética Argentinos Júniors jugando en su puesto de volante central. Se le vieron cualidades pero, como iba a ser una constante en su carrera, los inicios no serían fluídos. Tuvo problemas para conseguir una titularidad definitiva a raíz del desgaste físico que su puesto, el puesto que sentía, requiere. Permaneció vistiendo la camiseta roja de La Paternal hasta 1996, cuando el empresario Mauricio Macri logró hacerse de la presidencia de Boca Júniors y se propuso poner al club en las primeras planas del fútbol argentino. El empresario, desconocedor del medio hizo sus primeros pasos al consejo de asesores como Carlos Bilardo, el director técnico campeón mundial, que se hizo cargo del plantel. Así, el doctor Bilardo sugirió a Macri la compra de varios valores de Argentinos Júniors, la reconocida cantera de inigualables talentos. En una operación sin precedentes en el fútbol local, Boca adquirió las fichas de grandes promesas: Fabricio Coloccini, Pablo Islas, César La Paglia, Carlos Marinelli, Emmanuel Ruiz y Juan Román Riquelme, por el que se pagaron u$s 800.000. Cierto periodismo apresuró las definiciones de Dream Team pues el equipo y la dirección fracasaron: Boca Júniors terminó el torneo en la mitad de la tabla con menos partidos ganados que perdidos; Riquelme debutó en la fecha 11, cuando Boca venció 2 a 0 a Unión de Santa Fé. Despedido Carlos Bilardo, el empresario Macri organizó una votación en el club que dio el nombre de Héctor Veira como nuevo entrenador. Pero tampoco funcionó. El empresario Macri siguió buscando el camino del éxito. Le dio una segunda oportunidad a Veira y volvió a revolucionar el mercado de pases para formar otro dream team: llegaron nada menos que Diego Maradona y Claudio Canniggia, los dos máximos valores del fútbol argentino. Román no podía creer que jugaba junto a Diego, al mejor jugador de todos los tiempos, el mismo que había visto por el televisor de Las Carpitas levantar sonriente la copa del mundo. Aquel equipo fue mejor, las canchas se llenaron, las camisetas se vendieron, el fútbol vivía, pero tampoco funcionó: Boca Júniors, con bombos y platillos fue el subcampeón de River Plate. Román alternó unos partidos de ese torneo y tuvo participación activa a partir del último partido oficial de Diego Maradona, en la fecha 10, versus Ríver, cuando le tocó el trámite de reemplazarlo durante el segundo tiempo.








Los periodistas de España y Argentina debaten las virtudes y los defectos de Juan Román Riquelme, el mejor jugador del Boca Juniors y, según algunos, el mejor que haya dado su país desde un tal Maradona.

El torneo siguiente tampoco le fue grato a Boca Júniors y la titularidad de Riquelme en un equipo volvió a estar en tela de juicio. Veira optó por descartarlo y, sin embargo, debutaba en la selección argentina dirigida por Daniel Passarella después de haber ganado el campeonato mundial juvenil en Malasia.
Boca logró su tan ansiado campeonato en 1998, después de cuatro intentos, cuando contrató como director técnico a Carlos Bianchi (y otros tantos refuerzos), quien supo armar un grupo sólido y eficiente que terminó por valorizar a los jugadores del plantel hasta niveles insospechados. Riquelme fue vuelto a la titularidad y respaldado hasta que se consolidó con un buen rendimiento. Boca ganó entonces todo lo que jugó, incluso la Copa Intercontinental al Real Madrid. Fue el mejor momento de Riquelme, en el mejor momento de Boca, año 2000, año del caño a Yepes, año de gloria y posterior Olimpia de Plata.
La aventura de Román no tenía horizonte.


En el año 2002 el Barcelona F.C. paga u$s 13.000.000 por su pase. La selección argentina no podía ya estar ausente en la aventura de Román. Sin embargo, después de haber sido convocado por Daniel Passarella, el nuevo entrenador Marcelo Bielsa parecía no distinguir sus talentos.

En España proclaman "el fin de una época" y el comienzo de una transición que - temen algunos - puede desembocar en un desastre. La clave del proceso es Riquelme, un jugador misterioso, difícil de tratar dentro y fuera de la cancha. Nuestro columnista se pregunta si los catalanes no se indigestarán con un atracón de Román.
Raúl Fain Binda

El director técnico del Barcelona F.C., Louis Van Gaal, comenzó ubicándolo por el sector izquierdo del equipo, a manera de armador, pero al poco tiempo la titularidad de Riquelme volvió a oscurecerse. El Barcelona llegó a estar a menos de 5 puntos de los puestos de descenso y una gran crisis se desató en Cataluña. En verano de 2003 una nueva junta directiva del club presidida por Joan Laporta y el nuevo entrenador Frank Rijkaard hicieron una revolución deportiva con el objeto de recuperar el nivel deportivo del club y decidieron, entre otras cosas, ceder a Riquelme al club Villarreal por dos temporadas.
No se amedrentó Román. Ya venía explicando que esa era su manera de jugar desde que se fue de Boca. Además el Barcelona tampoco supo adaptar en su momento el juego del mismísimo Maradona.

Las pretensiones del Villarreal, club tradicional de segunda y tercera división, eran conservar el ascenso recientemente conseguido y permanecer dignamente en la liga de las estrellas. Los dirigentes invirtieron en el fútbol sudamericano llevándose jugadores y entrenador. Diego Forlán como goleador (pichichi), Riquelme como asistente, un tercer puesto en la Liga y una semifinal de la UEFA constituyen los pergaminos deportivos del “submarino amarillo”.
En 2006 esta aventura de Román llega a su epílogo. Román se calza la camiseta número diez de la selección argentina y sale a jugar el Mundial en el puesto de armador, comandante del equipo como lo fuera Maradona. Román no se amedrenta. Esta es su manera de jugar y quien no lo comprenda no lo comprenderá.
Atrás quedaban sus detractores, el empresario Mauricio Macri que conminó su transferencia, el periodista Santiago Segurola que preguntaba sobre la necesidad de que el Barca compre “un jugador que no decide partidos pero que, presumiblemente, obligará a configurar un nuevo sistema”, Marcelo Bielsa, quien prefirió a Aimar y Verón para solucionar el problema posmaradona, derrotado como entrenador en el mundial 2002, quienes criticaban su falta de quite, dinámica, desmarque, sorpresa, velocidad y sangre. Román, “el nene”, el Topo Gigio que quería oír el grito de sus goles, salió a defender los colores de su selección en Alemania, ante 30.000 millones de espectadores en todo el mundo.
Y allí terminó la aventura de Román de jugar de 10. Entonces ante la mirada del mundo que le pedía postales maradonianas, se retrajo a los inicios de su niñez y volvió a su puesto natural de fallido 5, como en Argentinos Júniors, el elegante volante central de buena pisada sin desplazamiento ni resto físico. Román se quedó en la mitad de la cancha dando pases intrascendentes que sólo lateralizaron y atrasaron el juego y el rol de poner pases verticales, buscar huecos y pasar al vacío lo tomó Cambiasso (el verdadero 5) hasta que Pekerman, muy tardíamente sintió el calor de la hoguera: la titularidad de Román volvió a oscurecerse y fue reemplazado. Volvió Román a su infancia, a recordar que sus ídolos no eran ni Maradona ni Zidanne sino Galetto, Villareal y Marangoni. Volvió a mostrar, como se ve en el vídeo, que a él no le pueden quitar la pelota. No importa si hay un compañero o dos espectantes en el borde del área (como también se ve en el video): a mí no me la sacan.
Y Román, pelota al pie, cruzó la puerta de la selección, hacia su infancia, "fue una decisión fácil. Desde que terminó el Mundial, mi mamá terminó internada dos veces y siempre tuve las cosas claras: antes del fútbol está mi familia", por esa puerta que estaba abierta hacía rato.

Poco después, ya 2007, la titularidad de Riquelme volvió a flaquear. Román no puede darse el lujo de desaparecer de la cancha cuando el equipo está armado en base a su modo de jugar. El director técnico del Villarreal F.C., Manuel Pellegrini, optó por descartarlo y Román volvió a Buenos Aires, a Boca Júniors por una temporada.

A la espera de otra aventura de Román.



riquelme

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